El presidente cocalero volvió a la carga con sus “evadas”, esta vez en la Cumbre de la CELAC.
“Respetar los derechos de la madre tierra es más importante que respetar los derechos humanos”, dijo Morales en el encuentro internacional, afirmación gravísima que ya había lanzado tiempo atrás en otros foros y que se constituye en una suerte de confesión sobre la escasa relevancia otorgada por su gobierno a las garantías de los ciudadanos.
Y es que la superposición de los supuestos “derechos de la madre tierra” sobre los humanos no es otra cosa que una operación de relativización o minimización de los derechos individuales, aquellos que corresponden a las personas de carne y hueso.
En la peculiar concepción del mandatario, las garantías de las personas quedan en segundo plano, mientras se prioriza a una entelequia, en este caso la “madre tierra”, de manera que el régimen pueda pasar por encima de los derechos humanos con la excusa de defender a la “Pachamama”.
Se trata, en realidad, de un viejo truco ya utilizado por la Unión Soviética cuando las Naciones Unidas discutían el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contexto en el cual los juristas de Stalin insistían en la introducción de los derechos de clase.
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Otra entelequia, dado que los que existen son los seres humanos concretos, únicos sujetos posibles de protección jurídica en función de sus derechos naturales, mientras que el proletariado no pasa de ser una clasificación sociológica.
La creación de estas “entidades colectivas” con derechos superiores a los de las personas es, por lo tanto, una estrategia de cuño totalitario, que ahora se reviste de un ropaje seudo-ecologista pero que persigue los mismos fines de siempre…