A la manera de las geometrías no euclidianas o de las lógicas no clásicas, el régimen evolinerista parece estar fundado sobre una curiosa racionalidad inversa, que trastoca a su conveniencia desde los valores hasta los principios de causalidad. Veamos algunos ejemplos de esta lógica del absurdo:
-Si un masista viola, la culpa es de la derecha.
-Si se difunde un video de violación, el violador queda libre y el difusor del video va preso.
-Si un ministro es denunciado por corrupción desde la oposición, lo ratifico porque es un buen ministro.
-Si un opositor denuncia corrupción y narcotráfico, lo enjuicio por desacato.
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-Si un diputado oficialista reclama investigar a los ministros sospechosos de corrupción, lo declaro “librepensante” y lo invito a retirarse del partido.
-Pongo a los extorsionadores a dar clases de ética.
-Le encargo a los cocaleros vigilar que no se plante más coca.
-Si un alto funcionario es pillado cumpliendo órdenes delictivas, lo convierto en agente de la CIA.
-Si un opositor me gana unas elecciones con el 55% de los votos, el suyo es un “triunfo débil”.
-Si lo que hago es ilegal, le meto nomás y que lo arreglen mis abogados.
-Si mis abogados son atrapados, también se vuelven “infiltrados”…