Álvaro Riveros Tejada
En el marco de su participación en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC) y la Unión Europea, recientemente realizada en Santiago de Chile, Cuba, tuvo el tupé de cuestionar la presencia del Paraguay a ese magno evento, dizque “por no enmarcarse dentro las normas democráticas que rigen esa organización”, cuyo único objetivo visible es el de aislar a los EE.UU. y Canadá y evitar su participación en él.
Entonces nos preguntamos: ¿Para participar en dicho evento, cuáles son las credenciales democráticas que muestra la monarquía comunista que gobierna la isla desde hace más de medio siglo y que, a partir de este año, ejercerá la presidencia pro-témpore de esa entelequia chavista con nombre de cereal?
En connivencia con los demás países del ALBA que hablan de democracia, pisoteando y violando los más elementales postulados del derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos, ejercen un intervencionismo descarado y a ultranza en el Paraguay, así como en Venezuela, donde el general Raúl Castro, utilizando la coyuntura que le brindó ese escenario internacional, al ungirlo como su presidente, inició su gestión agrediendo a quienes democráticamente discrepan del actual sainete sucesorio que están armando en ese país para evitar declarar “falta temporal” del coma-andante Chávez, medida señalada por la Constitución para casos como el actual, que activaría la realización de nuevas elecciones. ¿Quién es él para hablar a nombre de Venezuela? ¿A quienes califica de “sectores violentos y golpistas? ¿Tiene acaso autoridad moral para eso? Finalmente, ¿Quién lo ha autorizado para emitir esas declaraciones?
Pero lo sorprendente y digno de admiración es la extraordinaria habilidad desarrollada por los jerarcas de la “nomenklatura” cubana para mantenerse en el poder a costa de la manga. Ayer fueron los soviéticos y hoy los venezolanos que costean el experimento de esa gerontocracia subsidiada, que se deshizo de gran parte de su pueblo enviándolos al exilio y estigmatizándolos con el mote de gusanos. A esa valerosa diáspora que les demostró, sin necesidad de lamentarse por el embargo yankee, que eran capaces de conquistar al Imperio, capturándoles todo un Estado (Florida); su idioma; su comercio; sus bancos y hasta sus tres poderes políticos, sin mendigar y sin odiar y sin necesidad de disparar un solo tiro.
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De ahí que no nos extraña que los rezagados del éxodo hayan seguido la lección de sus hermanos del exilio y se estén dando a la tarea de conquistar países como Venezuela y algunos centroamericanos, pero como un sub imperio saqueador de sus recursos naturales, utilizando para esta faena armas políticas de dudosa factura democrática como: el secuestro de mandatarios, la guerra de guerrillas, el narcotráfico y otras muy reñidas con la práctica democrática, para luego tener que caer en la parábola de Jesús, relatada por Lucas 6, 41-42. “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.