Como cada 4 de febrero, sólo que esta vez sin su caudillo, los chavistas festejan el fallido golpe de Estado que Hugo Chávez lideró en 1992 contra el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez.La celebración es toda una confesión de la genética antidemocrática del chavismo, nacido de una intentona golpista y luego convertido tácticamente a la vía electoral, tal como Adolf Hitler lo hizo con su movimiento luego de fracasar con el famoso putsch de la cervecería.Tras la conversión sin fe a la democracia, la nueva estrategia fue y es el copamiento de la institucionalidad desde adentro, para luego proceder a su vaciamiento, destrucción o sustitución por otra de cuño autoritario.Es decir, que el golpe ya no es dado con tanquetas y paracaidistas, sino con leyes mordaza para la prensa y manipulación del sistema judicial.Todo esto debe tenerse muy en cuenta cuando el chavismo pretenda dar lecciones de moral política a otros países, como trató de hacerlo luego de las destituciones parlamentarias de los presidentes de Honduras y Paraguay.Algo similar se vio en la reciente cumbre CELAC-UE en Santiago de Chile, cuando el dictador cubano Raúl Castro pontificó sobre la democracia en ese foro internacional.Este año, con Chávez agonizando o “recuperándose” en La Habana, le tocó al vicepresidente de facto Nicolás Maduro la tarea de encabezar los homenajes a la “gesta” del 92. Algo bastante coherente con su curriculum, que incluye intentos de golpe a los gobiernos de Micheletti y Franco…[email protected]