Nuevo paquete chileno

Álvaro Riveros TejadaRIVEROSCon una intolerable pertinacia propia de los envidiosos que se empeñan en aguar las alegres fiestas de su vecino, el presidente chileno Sebastián Piñera, recurriendo a una sutil intriga disfrazada de noble ofrecimiento, ha vuelto a malograr como en 1879 el júbilo de nuestros carnavales, aprovechando la vocación de baile que tenemos los bolivianos, la cual nos convierte en un pueblo pacífico, pero extremadamente bailarín y por la cual estaríamos dispuestos a perderlo todo.Utilizando nuestro genuino sentimiento por volver al mar usurpado por ellos en medio de unas carnestolendas, expuso su oferta consistente en la cesión de un enclave sin soberanía al norte de Arica, por territorios que pertenecieron al Perú y sobre cuya eventual disponibilidad existen cláusulas precisas, estipuladas en el tratado firmado por ambos países en el año 1929. Además, dicha propuesta quedaría sin efecto, si el tribunal de La Haya que debe fallar en el diferendo chileno-peruano sobre el mar territorial diera la razón al Perú. Es decir, en buen romance, nos ofrece una propiedad sobre la que pende un gravamen, con el añadido que para des-hipotecarla nos arreglemos con un tercero. Que sepamos, los chilenos jamás nos hicieron una propuesta formal y/u oficial sobre esta causa, pues nunca dejaron un documento que sirva de prueba de seriedad de sus buenas intenciones; resulta pues risible la bondadosa oferta del usurpador. Con mayor razón ahora que el oferente se halla todavía dolido por la engorrosa situación a la que fue expuesto por nuestro presidente durante la cumbre de la CELAC, quien mediante una hábil táctica aimara del “konana”, casi lo puso en los límites de la turbación, al punto de hacerlo decir que “los principios de soberanía no se negocian excepto por razones económicas…”. Fue lamentable que en este punto S.E. no le haya retrucado, preguntando por el precio. Ya el Perú, a través de su cancillería y del propio presidente Humala, se encargó de desvelar las intenciones del roto, calificándolas de actitud desleal e innoble, dirigida únicamente a desquiciar la buena marcha de nuestras relaciones con ellos, pues curiosamente la tan mentada muletilla del bilateralismo que Chile pregonó siempre, como la conducta que Bolivia debiera seguir en su diferendo con ellos, se ha convertido milagrosamente en un sugerente “menage a trois”.Pero la oferta burlona no queda ahí; como para enrostrarnos su prepotencia y su malhadada astucia escogieron el día 14 de febrero, para juzgar a los tres soldaditos que dizque invadieron Chile, fecha que curiosamente coincide con el 134 aniversario de la invasión chilena. ¡He ahí el nuevo paquete chileno!