El diario El País de Madrid acaba de dedicarle un extenso reportaje al presidente Evo Morales, a quien ve como alguien que aspira a “restablecer la cultura y civilización precolombinas”, “en las que encuentra todas las gracias” en contraste con el capitalismo, al que acusa de todos los males.
Habrá que coincidir y disentir parcialmente con el periódico ibérico: por una parte, es cierto que Morales usa y abusa del simbolismo andino para rodearse de una falsa aureola romántica, que en los comienzos de su gobierno engañó a muchos incautos.
También es verdad que intenta promoverse como una suerte de “mesías” revolucionario de una seudo-religión pachamamista, que distorsiona fuertemente los mismos cultos indígenas que busca instrumentalizar.
Y es cierto, por último, que su estilo autocrático tiene ecos del antiguo despotismo del Incario.
Pero por debajo de todo esto, lo cierto es que el fundamento de su gobierno no es ninguna “revolución cultural” sino algo mucho más pedestre: la extensión de los cultivos de coca, sin importarle que estos sean dedicados en gran parte a la producción de cocaína…
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¿Ganando la lucha contra el narcotráfico?
Comentando la salida de la NAS del territorio boliviano, Morales tuvo la audacia de afirmar que con esta medida “Los Estados Unidos quieren que nos aplacemos en la lucha contra las drogas”.
Pero, ¿quién le habrá dicho al mandatario que vamos ganando esa guerra, si la pura verdad es que durante su gestión Bolivia viene perdiendo la batalla de manera contundente?
Tengamos en cuenta que, mediante la modernización tecnológica introducida por las FARC en Bolivia, el país pasó en los últimos años de producir 80 toneladas anuales de cocaína a 200 toneladas.
Lo que sí es probable es que los Estados Unidos hayan decidido ya no aparecer como corresponsables de este resultado y dejar que el régimen evista asuma toda la culpa que le cabe…
¿Bolivariano sin pantalones?
Como sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro se ufana de ser “bolivariano”, aunque el socialismo autoritario profesado por ambos esté a años luz de distancia de la ideología del Libertador.
Lo curioso del caso es que, habiendo visitado el país, el mandatario “bolivariano” no se haya atrevido a ir a la ciudad de Sucre y más específicamente a la Casa de la Libertad, histórico sitio donde se sancionó la primera Constitución de Bolivia, redactada por Simón Bolívar.
¿Faltaron pantalones para ir a la capital, donde desde la masacre de La Calancha existe una sólida mayoría contraria al régimen de Evo Morales?