El escándalo desatado en Argentina por la manipulación de la agencia de información del Estado, Télam, a manos del partido de gobierno, pone sobre la mesa el debate acerca de los medios públicos de comunicación en toda América Latina, particularmente en los países adscritos al eje “bolivariano”.
En el caso referido, una diputada del kirchnerismo sinceró en un lapsus lingue las prácticas oficialistas de control de la información, revelando que cuando “mete la pata” hace escribir “un cable en Télam” y asunto solucionado.
Declaraciones que motivaron duras críticas por parte del sindicato de trabajadores de esa agencia, que no sólo reconoció las presiones gubernamentales sobre el órgano, sino que también advirtió que las mismas “desnaturalizan y denigran el ejercicio del periodismo profesional”.
Ahora es el turno de preguntarnos: ¿está Bolivia en las mismas condiciones?
El ministro Quintana despotrica contra los medios privados de comunicación, pero, ¿cómo anda la viga en el ojo gubernamental? ¿Por casa cómo andamos?
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Lejos, muy lejos de países que aseguran mediante leyes de medios públicos la imparcialidad y apertura de los mismos, el sistema de prensa del Estado aparece en Bolivia como un botín más del oficialismo, una mera herramienta propagandística apta incluso para la guerra sucia y la más vil descalificación.
Un instrumento más, en suma, para la implantación del “pensamiento único” tan caro para quienes ceden a la tentación totalitaria…
Fuente de la imagen: la-razon.com