Economía de palabras – Humberto Vacaflor Ganam
Quizá en un futuro no muy lejano se organicen “Copas Libertadores” que sean en homenaje de Julian Assange y Edward Snowden, cabecillas de las primeras rebeliones del mundo cibernético.
Lástima que ambos quieran refugiarse en Ecuador, un halago inmerecido a un gobernante que se ha propuesto hacer con los medios tradicionales lo que los libertadores no quieren que ocurra con los medios cibernéticos.
La red Internet, hay que decirlo con las manos sobre el teclado de esta revolución de las telecomunicaciones, fue creada por y para propósitos militares.
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Y esto del espionaje se sabía de antes. Para mí fue causa de un estremecimiento enterarme el 1 de mayo de 2011 que la casa donde fue encontrado y ejecutado Osama Bin Laden en Pakistán, fue identificada por los servicios de inteligencia norteamericanos, entre otras cosas, porque en esa casa no había Internet.
Por supuesto que me trajo el recuerdo de George Orwell y su “1984” cuando describe la vivienda de un ciudadano de la dictadura universal: toda una pared estaba cubierta por una pantalla que mostraba al “Big Brother” pero ocultaba cámaras filmadores para espiar la casa, como en todas las casas. Escrita en 1949, esta novela fue una anticipación. Orwell nos trajo la “buena nueva” del avance tecnológico pero también del espionaje universal.
Debe ser difícil para el presidente Barack Obama manejar esta situación. Tiene que justificar el espionaje con el argumento de que es preciso combatir al terrorismo. Snowden habla del espionaje que se estaba aplicando en Estados Unidos y Canadá.
Como descargo, Obama podría decir que, en cambio, en China, Rusia, Cuba y otros países del mundo el control de Internet es mucho más descarado. O está prohibido del todo o controlado.
No le hagas a los tuyos, my dear “Big Brother”, lo que criticas que otros hacen a los suyos.
A los bolivianos, esto del espionaje cibernético nos vuelve a la guerra fría. Ocurre que los servicios de seguridad de los aeropuertos y de las fronteras, y quizá qué otras cosas más, están en manos de agentes cubanos. Quizá sirva como consuelo saber que usan un software ruso.
Pero todo esto es muy incómodo. ¿Hemos comprado nosotros mismos los equipos con los cuales nos van a espiar? Con razón algunos gobiernos, más sinceros, han optado por regalar computadoras a sus ciudadanos.