Todo parece indicar que el ex canciller Antonio Patriota, renunciante al cargo hace pocas horas, fue el perdedor en las luchas intestinas que desde un tiempo atrás tienen lugar en Itamaraty, entre los que como él representaban la corriente más condescendiente con los regímenes neopopulistas, contra los diplomáticos de carrera y representantes moderados del PT, coincidentes en la necesidad de una mayor atención al derecho internacional y a la preservación de la institucionalidad democrática en la región.Recordemos que, meses atrás, Patriota se había reunido en Bolivia con el ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, una de las cabezas de la “línea dura” del régimen de Evo Morales, luego de lo cual instruyó la restricción de visitas a Roger Pinto en la embajada de Brasil en La Paz.La salida de Patriota del gabinete, poco después de haber anunciado la apertura de una investigación sobre la salida de Pinto, demostraría que este operativo contó más bien con el beneplácito de la presidenta Dilma Rousseff, quien, dicho sea de paso, se había negado con reiteración a visitar Bolivia en tanto el caso Pinto no fuera resuelto de forma positiva.Por otra parte, cabe preguntarse si la salida del senador fue una solución concertada con el gobierno boliviano.Se conoce que interlocutores gubernamentales bolivianos, del ala menos radical del Ejecutivo, fueron consultados previamente sobre la alternativa del vehículo oficial y que estos habrían dejado la puerta entreabierta para el tema, dando cuando menos una anuencia tácita.Sucede que, así como el caso provocó pugnas y disputas dentro del gobierno brasilero, la situación se reprodujo dentro de la administración evista.¿Veremos un reacomodo de piezas también al interior del gobierno [email protected]