Cuando el poder corrompe

Karen Arauz

karen-arauz Que la Policía es un desastre lo sabemos y lo sufrimos de siempre. En momentos en que la ciudad de La Paz está llevando a cabo un paro cívico citadino por la disminución de sus ingresos emergente de la desaparición forzada de más de treinta mil habitantes en virtud a ese modelo de monumental ineficiencia que es ahora el INE, observamos el desempeño al que ha sido reducido el Verde Olivo en virtud de la desinstitucionalización generalizada que es el mayor logro de este proceso de cambio.

La población civil sin más armas que las piedras y palos para enfrentar los gases lacrimógenos y los carros de agua anti-motines, son levantadas por los policías y arrojadas de vuelta hacia la población concentrada en su demandas, en un cuadro de patética degradación de sus deberes constitucionales.



De cuando en vez se anotan un gol, como el haber desarticulado una banda de secuestradores a las afueras de la ciudad de Santa Cruz, lo que con gran ostentación y mal gusto es motivo de una "recreación" de película y que seguramente será un nuevo machacón spot propagandístico. Pero claro, sin show no hay ganancia y los réditos políticos por todo, se están volviendo vitales para la imagen del gobierno. Pero no podemos desconocer que cuando a la policía le da la gana, -por razones obvias- saben ser eficientes.

La distorsión -nunca antes vista- de ese grado de eficacia, se opone en relación directamente proporcional del objetivo que otros buscan de su labor. En resumen, si se trata de perseguir delincuentes y neutralizar las acciones de gente que actúa en contra de la sociedad, están en el ámbito de sus funciones específicas. Pero cuando alguien necesita sacarlos como monigotes uniformados y se les encomienda el "trabajo sucio" que necesita ser hecho, es donde se desenmascara su poca formación para estos menesteres. Una cosa es perseguir verdaderos delincuentes y otra es volverse el brazo operativo del poder y lograr elaborar un alambicado delito con cierta coherencia para complacer a sus patrones.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Chaparina es posiblemente el más emblemático ejemplo de la instrumentalización de la Policía. Con seguridad que si alguien tiene el cuidado de documentar todas las actuaciones policiales con trasfondo político a lo largo de estos casi ocho años de administración masista, nada queda sin contaminar. Más claro, es en virtud de la utilización deshonesta que de ella se hace, lo que ha precipitado el hundimiento de la Policía Nacional, en el fondo más tenebroso desde su fundación en 1826. Y claro, si los niveles más altos de un gobierno, propugnan actuaciones delincuenciales en su beneficio, no hay nada que se pueda argumentar cuando un Sanabria o un Ormachea, se toman atribuciones fuera de la ley, camuflados no sólo en su uniforme, sino haciendo lo mejor que les han enseñado a hacer: mentir, extorsionar, ocultar y usar la institución de paraguas protector.

El caso Clavijo, es una muestra de esto. Desafiando hasta lo más elemental del sentido común, la actuación de la Policía en este tema, es francamente aberrante. Y se crea una especie de alianza estratégica entre el poder gubernamental y los estamentos policiales. Es casi una asociación donde el "hoy por ti, mañana por mí" deja el ámbito de la solidaridad para convertirse en un pacto mafioso.

Este gobierno sin siquiera cavilar, ha encontrado una expresión que considera de lo más insultante y que creen con ello, volcar a su favor a la opinión pública (estamos hablando de la opinión pública que no le debe nada a este gobierno y no a esa masa obsecuente sin raciocinio), y es calificar de " política" cualquier actuación de la ciudadanía que no sea reverenciarlo. Es admirable el delirante sentido de la equidad que tienen. Al asilo de Pinto en Brasil lo tildan de delincuencial, nada de persecución política. Pero mandan a tres Ministros a sellar exactamente lo contrario sin ni siquiera un poco de sentido estético. E impiden el viaje del abogado de Pinto a Brasilia, con un sainete montado en el aeropuerto de Viru Viru, que tiene un trasfondo muy alarmante. O no tuvieron el tiempo suficiente para plantarle algo incriminatorio en su equipaje, o eran demasiados los testigos presentes lo que hacía muy difícil culminar la acción. La mismísima Presidente del Senado, casi confesó el plan, al precipitarse a declarar que una de las maletas del Dr. Vásquez Villamor, contenía ingentes cantidades de dinero en efectivo. La cosa es que la movida fracasó. Pero ha disparado las alarmas de que en sus afanes hegemónicos, el gobierno no tiene límites.

La gran sentencia de Lord Acton en sentido que el poder corrompe pero que el poder absoluto corrompe absolutamente, da para pensar que además, la contención de los diques que aporta la institucionalidad se ha fracturado indefectiblemente. Al parecer -afortunadamente-, en los últimos días se ha empezado a articular un sector de la sociedad que busca propiciar acciones que reviertan este proceso de disociación que amenaza al todo.