Medios, obsesión temeraria

Jorge Landívar*jorge_landivarNo hay otra forma que los medios de comunicación para que un Gobierno pueda llegar a una ciudadanía usualmente alejada del poder y la política, hecho que los hace imprescindibles para gobernar. Quien asume el poder debe elaborar una estrategia con la que puede o no conquistar a la población. Mediante la comunicación un Gobierno llega a las minorías, cada vez más influyentes, que se informan por los medios y las redes sociales. Es real que la centralidad de la comunicación es la mejor inversión que un Gobierno puede hacer para garantizar la sustentabilidad de su imagen en el tiempo. Pero, cuando un régimen trata de huir hacia adelante queriendo evitar el costo político de una errada gestión, es cuando le aflora la tentación de manipular la información, para convertir la forma en contenido.En dictadura, la amenaza y la cárcel enmudecen y domestican a la prensa, Pero, ¿en democracia? Una cosa es construir opinión pública buscando respaldo social, otra es hacerlo presionando a los medios o ahogando voces opositoras. Lo insólito es que en el país esta tensión nunca alcanzó tan alto nivel. No se entiende por qué el Gobierno ha decidido limitar el acceso de los medios a la información gubernamental y afirmar que con la ley de medios busca democratizar la palabra, cuando en realidad busca la revolución de la palabra, al intentar adecuarla a un proceso hegemónico y autoritario. Lo que al principio parecía una maniobra audaz, con esta ley se transforma en una obsesión temeraria.El Gobierno desconoce que los ciudadanos exigen aquello que desea ocultar. No debería ignorar que los medios sólo son exitosos cuando exponen las dudas, los valores y los temores de una sociedad que en democracia intenta expresarse a diario y no solo cuando le toca votar. Quien alcanzó el poder debe recordar que el respaldo en las urnas no da el derecho de avanzar contra todo límite al punto de cambiar las reglas con las que fue elegido. ¿No puede coexistir un gobierno que se dice promover transformaciones profundas, junto a un periodismo que ejerza un rol informador e indirectamente fiscalizador? ¿No le hubiera dado mayor sustentabilidad al llamado «proceso de cambio», el aceptar algunas reflexiones que los medios hacen a través de la información, a veces incómoda? Resulta difícil que el gobierno pueda salir finalmente victorioso de este intento amordazador, aún cuando vuelva más autoritaria nuestra democracia.*Ex presidente cívicoEl Deber/Séptimo Día