Vanessa Avilés Méndez, de 31 años, nunca olió la muerte. Meses antes le había huido a la cárcel de Bolivia, cuando fue declarada prófuga de la justicia a raíz de una demanda contra ella y su novio, Gerson Rojas, exgerente de YPFB.
Roberto Navia y Enrique Flor (*)
Vanessa quizá olió el peligro y por eso solicitó a su amiga que la acompañara hasta un apartamento del barrio de Wynwood de Miami. Le pidió que la esperara y que llamara a la Policía si no retornaba en un par de horas. Esa amiga, transcurrido el tiempo, buscó la forma de salvarle la vida. Por eso, la noche de ese jueves 29 de agosto, el 911 de la Policía recibió un telefonazo para alertar que una mujer, joven y bonita estaba en peligro de muerte porque un hombre armado se había atrincherado con ella en el apartamento 3 del 229 de la calle 32 del noreste, en Wynwood.
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Pero Vanessa Avilés Méndez, cruceña y de 31 años, nunca olió la muerte. Meses antes le había huido a la cárcel de Bolivia, cuando fue involucrada y después declarada prófuga de la justicia a raíz de una demanda contra ella y su novio, Gerson Rojas, exgerente de una sección de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). La excandidata a miss Santa Cruz y exreina de una comparsa carnavalera fue imputada por el supuesto delito de falsedad de declaración jurada y Rojas, que está en la cárcel de Palmasola, acusado de irregularidades en la adjudicación de una planta de Río Grande.
Aquella noche, la Policía de Miami llegó cuando Vanessa aún estaba viva. Tras permanecer en el lugar, trató de negociar con el hombre armado para que la liberara, pero sin ningún resultado. Cerca de las 6:30 de la mañana del viernes 30 de agosto, el equipo SWAT de la Policía entró en el apartamento después de que el sujeto asesinó a la muchacha y luego se suicidó de un tiro.
Hasta antes de aquel desenlace fatal, la joven, morena y de ojos negros, que este 17 de septiembre estaría de cumpleaños, se había propuesto tres cosas: bajar algunos kilos de peso que creía tenía de más en el cuerpo, aprender inglés de una vez por todas y pedir asilo político en EEUU porque volver a Bolivia no estaba en sus planes, bajo excusa de que aquí se le instauró una persecución política.
Tenía los servicios de un instructor personal y estaba concentrada en una dieta especial. En agosto hizo compras en un supermercado de productos orgánicos y si bien estaba feliz por los resultados, se estaba ‘muriendo’ por dentro porque no estaba acostumbrada a ese nuevo régimen alimenticio.
Así se lo hizo saber a Jéssica Sulzer, su amiga cruceña con la que, en la segunda quincena de agosto, compartió una noche en un boliche de Miami, con jugos de fruta y vodka en la mesa, y otra en su apartamento que la exreina alquilaba por mes, viendo una película de humor y poniéndose al día como lo hacían en viejas conversaciones.
Ahí confirmó a Jéssica que no tenía novio pero sí muchos pretendientes. “Por eso yo sé que el hombre que la mató no era nada de ella”, cuenta Sulzer, que después de lo ocurrido ingresó a la página de la morgue de EEUU y que identificó al atacante con el nombre de Alexander Cronk, puesto que esa muerte figura en los registros médicos forenses de Miami-Dade a la misma hora y lugar que la de Vanessa Avilés.
“No sabemos quién es el asesino ni por qué la mató”, dice otra amiga de la exmiss que no quiere dar su nombre porque en esta historia hay un asunto jurídico de por medio.
La Policía de Miami confirmó el viernes que las personas muertas son Vanessa Avilés y Alexander Cronk. Las circunstancias aún están bajo investigación de detectives de homicidios. Las pesquisas iniciales indican que Alexander se habría suicidado tras matar a Vanessa.
La familia de la víctima, guardando su luto y dolor, ha cerrado las puertas a la prensa y lo que se sabe es que hace gestiones para ir a traer el cuerpo a Miami. Brenda Avilés, hermana menor que en julio del año pasado fue enviada a la cárcel y luego liberada por el supuesto delito de obstaculización a la justicia, dijo a EL DEBER que disculpe, pero que no harán ninguna declaración sobre la muerte de Vanessa.
En las redes sociales, sus amistades llamaron a la solidaridad económica para cubrir los gastos en el traslado de los restos mortales de aquella mujer que medía 1.68 m de estatura y que pesaba 59 kilos.
“El 24 de agosto, cuando nos despedimos, me dijo que ya había bajado de peso y me dio un paquete con vitaminas y colágenos para que le entregara a su mamá en Santa Cruz”, cuenta Jéssica, que una semana después, además de aquel paquete, tuvo que dar la mala noticia.
Ella fue la primera en Santa Cruz que se enteró de la muerte de su amiga porque su hermana que vive en Miami vio la tele, descubrió el asesinato y la llamó como un rayo. Jéssica sintió que se le cortó la respiración, llamó a la mamá de Vanessa y se dio cuenta de que no sabía nada.
“¿Qué le pasó a mi hija?, le dijo la señora al escuchar a una Jéssica afligida. “Deme el teléfono de Brenda”, atinó a responder, pensando en una alternativa de amortiguar el golpe de la noticia.
Para no llorar, sus amistades se acuerdan de una Vanessa ocurrente, divertida y diciendo aquella frase que le marcaba la filosofía de su vida: La vida es para los valientes. Así cuenta otra amiga que le seguía el rastro a través de internet.
Sulzer cuenta que Vanessa estaba contenta en Miami y que se reía cuando se acordaba que en Bolivia se especulaba que era ella pieza clave en el caso de YPFB. Decía: ¿Clave de qué soy yo? Yo no sé nada. Y se mataba de risa”. Pero para la comisión de fiscales que investigaba el caso de YPFB, hasta antes de su muerte, la exmodelo era considerada prófuga y estaba siendo buscada.
La Policía de Miami se enteró de la existencia de Vanessa el 13 de julio, cuando la detuvo por un supuesto delito menor.
Aquel episodio no lo había conversado con sus amistades, quienes prefieren no hacer especulaciones, puesto que, coinciden, nadie sabe sobre los problemas que esta mujer bella, que estudió Ingeniería Química en una universidad cruceña, estaba atravesando en un país donde ni la Policía pudo evitar que la maten
(*) Enrique Flor es periodista de El Nuevo Herald de Miami, EEUU.
HORA A HORA
DÍAS ANTES DIJO QUE NO ODIABA Y QUE PERDONABA POR EL CASO DE YPFB
“Fue como si se hubiera despedido de la vida. Se puso contenta, que todo estaba bien y que ella no era la clave de nada”, según relató su amiga Jéssica Sulzer.
¿Desconectada cuando entró al departamento ?
La última conexión del Whatsapp de Vanessa (una aplicación de mensajería celular) fue registrada por última vez pasadas las 22:00 del jueves 29 de agosto, coinciden algunas de sus amigas que se comunicaban vía internet con ella desde Santa Cruz de la Sierra.
Las huellas que quedan en el ciberespacio
El 28 de agosto fue el último día que anotó un mensaje en el muro de su Facebook.
Entre sus datos personales que puso en esa red social dicen, por ejemplo, que estudió Ingeniería en Administración Petrolera, que nació el 17 de septiembre y que es soltera.
SU EXNOVIO DICE QUE VANESSA ENTRÓ A YPFB COMO PASANTE Y QUE DESPUÉS FUE CONTRATADA COMO TÉCNICA EN PLANIFICACIÓN
Gerson Rojas, que está en la cárcel de Palmasola por supuestos actos de corrupción en la adjudicación de la planta separadora de líquidos Río Grande en Santa Cruz, de YPFB, dijo que por los medios de comunicación se enteró de la muerte de su exnovia, pero que más allá de lo humano no siente dolor porque cada quien decidió hacer su vida.
“Es lamentable lo que sucedió con ella y nada más. No tenía ninguna relación sentimental con ella”, dijo con una voz despreocupada.
Pero lo que sí lo afirmó con aplomo es que está dispuesto a decir las cosas como son.
Entonces, negó que a Vanessa Avilés se la hubiera contratado como ingeniera, que es lo que se dice desde que empezó a ventilarse el proceso judicial en contra de ambos.
“Ella ingresó a YPFB como pasante, luego presentó sus papeles para que se la tomara en cuenta como ingeniera, pero en ese momento YPFB no tenía la necesidad de una profesional, sino de un técnico en planificación y servicio. Nunca hice uso indebido de influencia. Avilés nunca ganó un sueldo que no le correspondía. En promedio, un ingeniero gana Bs 17.000 mil y un técnico Bs 8.000”, dice Rojas, que alega la inocencia de ambos. Cree que a él le iniciaron un juicio político porque, al ser un profesional exitoso, pudo haber molestado a alguien.
Una amiga de Valdés dijo a EL DEBER que en algún momento ella le dijo que Rojas le asistía económicamente para que cubra sus gastos en Miami, pero el exnovio afirmó que nunca le dio un peso porque apenas él puede asistirse dentro de la cárcel de Palmasola.
“Cuando se armó todo este lío hubo una persecución no solo a mi familia, sino también a la familia de Vanessa, a tal punto que detuvieron por un tiempito a su hermana”, señaló Rojas.
La salida del país de la exreina de una comparsa carnavalera en cierta medida perjudicó a Rojas, puesto que en una audiencia se le opusieron a que le dieran medidas sustitutivas porque indicaba que como ella estaba prófuga, existía la posibilidad de que él obstaculizara las investigaciones porque podría ponerse en contacto con ella.
Rojas cuestiona lo que viene ocurriendo desde que el entró en la cárcel: “Dicen que se fue de Bolivia con dinero de YPFB. Ahora la asesinan. También me enteré de que sus amigas están reuniendo dinero para ayudar a traer sus restos mortales”.