Guarda la pipa de Víctor Paz Estenssoro como uno de sus tesoros. Conocido como el Quilo, un suboficial de Policía, se despidió tras 28 años de trabajo en el Palacio. Cumplía funciones no propias de un efectivo policial.
El “Quilo” (arriba izq). En el acto de posesión de Carlos Mesa, en el año 2003.
Página Siete / La Paz, Bolivia
Las canas cubren casi toda su cabeza, viste un saco café, una camisa blanca y un pantalón azul. Sus zapatos están bien lustrados y se dispone a realizar el último recorrido histórico con estudiantes de dos colegios provincianos por los salones del Palacio de Gobierno.
Al verlo, nadie se imagina que se trata del suboficial Juan Quilo, un policía que llegó al Palacio de Gobierno hace 28 años y dejó el uniforme para cumplir otras funciones ajenas a las de un efectivo, como técnico en sonido y eléctrico, encargado de llaves, coordinación en conferencias de prensa y guía e historiador para los alumnos.
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Más conocido como el Quilo por autoridades, funcionarios y periodistas, este suboficial de 59 años de edad vivió de cerca la gestión de al menos 10 presidentes de Bolivia; los conoció en sus momentos de debilidad, alegría y tensión.
Entre sus más preciados recuerdos están las lágrimas en el rostro de Hugo Banzer Suárez, la pipa de Víctor Paz Estenssoro que quedó en sus manos tras un viaje del exmandatario y la vez que más tristeza notó en el presidente Evo Morales.
Según cuenta, una vez por los años 90, la delegación de niños de un prekínder visitó el Palacio y vieron a Banzer.
Intentaron acercarse, pero el suboficial Quilo no los dejó. Entonces el expresidente se dirigió a éste y le dijo: ‘Déjalos, Quilo’.
"Después me llamó a su despacho y me contó que cuando era niño, iba a la escuela cargando una chuspa y una silla porque su escuelita no tenía muebles. Me dijo que sus papás hicieron un gran sacrificio para que fuera militar y que nunca se imaginó ser presidente. Se emocionó y se puso a llorar”, expresa.
El Quilo respira profundo y evoca otro recuerdo, la forma cómo quedó en su poder la pipa de Paz Estenssoro. "Él no dejaba a nadie tocar su pipa, sólo yo podía limpiarla. Un día se fue de viaje y ya no me la pidió, y yo me la quedé”, señala mientras sonríe.
En otra oportunidad, relata que vio a Evo Morales muy consternado porque su hija Evaliz fue duramente atacada en las redes sociales. "Dijo en una conferencia que se podían meter con él pero no con su hija, luego lo vi salir muy triste, casi a punto de llorar”, precisa.
Según el entrevistado, Morales es el presidente que le enseñó a madrugar y a reír pese a las dificultades. "Es un presidente muy alegre”, dice.
Este suboficial recibió muchos regalos de diferentes mandatarios.
"Sánchez de Lozada me regaló un reloj; Banzer, una pulsera; Morales, el busto de Bartolina Sisa. Son recuerdos que guardaré en mi corazón”, sostiene.
El suboficial Quilo nació en el norte de Potosí en 1954 y 11 años después sus padres murieron de fiebre, dejando en la orfandad a él y a otros ocho hermanos.
Con sólo nueve años y sin dinero, vino con dos de sus hermanas a La Paz para trabajar.
"Me quedé en una pastelería de unos españoles. Me enseñaron a hacer pasteles, vivía con ellos, me pagaban un sueldo y me hicieron estudiar”, rememora.
Estudió hasta tercero de secundaria en el colegio Germán Busch, pero tuvo que dejar los estudios porque su pareja quedó embarazada.
"Entonces empecé a trabajar ya por responsabilidad. Llegué a a tener siete hijos”, agrega.
Para sostener económicamente a su familia, trabajó de albañil, cerrajero, soldador y mecánico.
Al inicio de los años 70 ingresó a la Unidad de Bomberos, primero como albañil para ayudar en la refacción de los ambientes de la unidad, luego como mecánico y bombero. En 1978 pasó a formar parte de las filas policiales y se especializó en manejo de explosivos. Admite que no es "un policía de carrera”.
Llegó a Palacio en 1985, durante los últimos días del gobierno de Hernán Siles Zuazo, y en 1993 un memorándum del Comando General lo destinó como especialista en explosivos, función que cumplió junto a otras que no eran precisamente las de un efectivo policial.
¿Por qué? Cuando él llegó había muchas cosas que hacer y poca gente que lo haga.
"No había quién arregle los cables o los focos, o que prepare el sonido en las conferencias de prensa; me encargué yo aunque no era mi obligación”, afirma.
Las anécdotas de el Quilo son interminables, entre ellas está la que relata sobre el expresidente Carlos Mesa.
"Lo conocí cuando era periodista y correteaba con su micrófono, muy jovencito”, cuenta.
Conoció a muchos periodistas que empezaron con una grabadora y hoy son famosos presentadores de televisión.
Como especialista en explosivos, le tocó salvar la vida de muchos presidentes.
En los 90, en el segundo gobierno de Banzer, desactivó un explosivo en el hotel Radisson, en un acto al que asistió el mandatario. En otra ocasión casi queda ciego y sordo.
Pero también tuvo errores. "Una vez en el gobierno de Paz Zamora no vi un maletín que alguien se olvidó en un acto, y por ese error me dieron 20 días de arresto”, describe.
Al concluir la entrevista y emocionado por los recuerdos se presenta ante nuevos estudiantes que llegan al Palacio, a quienes llevará a recorrer los pasillos de esa dependencia contándoles anécdotas y hechos de cada rincón, recibiendo al final aplausos y ovaciones de su joven público.
El Quilo se va con el deber cumplido y con la satisfacción de haber servido a tantos presidentes y al pueblo en general. Así lo expresa a Página Siete con lágrimas en los ojos y agradece por la entrevista, ya que servirá "para que la gente sepa quién soy yo”, subraya.
El Quilo plasmará sus historias en un libro
Cuidará y apoyará a su familia.
El suboficial Quilo, en su último recorrido con estudiantes. Foto Página Siete.
Página Siete / La Paz
¿Qué hará el Quilo ahora que se va del Palacio de Gobierno? Entre sus proyectos está el terminar de escribir un libro en el que contará lo mejor de las historias que vivió tras 28 años de trabajo como guardián del Palacio de Gobierno.
El Palacio de ayer y el Palacio de hoy es la obra que escribe, en la que espera plasmar todas las anécdotas vividas en su larga estadía en el Palacio Quemado, la historia de los presidentes vista desde cerca, los cambios en la infraestructura de lo que él llama "la casa número uno de todos los bolivianos” e incluso las veces en las que sintió presencias fantasmales en el lugar.
"Espero rescatar todos los momentos vividos, las cosas graciosas que me pasaron con los presidentes, con los periodistas. Son miles de recuerdos, pero quiero tratar de relatar lo más bonito porque me gusta recordar lo alegre y no lo triste”, refiere.
Lamentablemente, la colección de fotografías que tomó durante sus años de trabajo se perdió y otras fotos se velaron en el intento de digitalizarlas.
"Estoy buscando fotos de los periódicos antiguos para mostrar cómo era el Palacio antes. Por ejemplo, el Salón Dorado era un dormitorio, la sala de prensa era en otro lado, hay muchas cosas que han cambiado”, expresa.
Otro de los planes del suboficial es el de vender material escolar con ayuda de su cuñado.
"Creo que más o menos por enero vamos a empezar a vender hojas y tapas de carpeta”, dice.
Por otro lado, Quilo pretende apoyar a su esposa, Lourdes Navia -con quien tiene un puesto de venta de hamburguesas en la plaza San Francisco-, y a sus siete hijos, diez nietos y un bisnieto.
Pidió su jubilación en agosto y se la concedieron en septiembre. "Nunca me pagaron un sueldo en Palacio, sólo me ayudaban con mis pasajes (1.300 bolivianos) y aparte recibía un sueldo como policía, pero me siento agradecido”, añade.