Nobel de Economía


Alejandro F. Mercado

AlejandroMercado Los economistas estadounidenses Eugene F. Fama, Lars Peter Hansen y Robert J. Shiller, los dos primeros de la Universidad de Chicago y el tercero de la Universidad de Yale, compartieron el premio Nobel de Economía 2013 por sus investigaciones destinadas a entender cómo fluctúan los precios en los mercados, específicamente los precios en los mercados de activos y el efecto que sobre los mismos tiene el comportamiento de los agentes económicos.

La controversia académica entre los profesores Fama y Shiller ha sido entendida por algunos de mis colegas como un déjà vu de la discusión sobre la racionalidad de los agentes económicos, discusión que, a mi criterio, es un falso debate.



Cuando en una oportunidad pregunté a uno de mis profesores qué era la racionalidad, su respuesta fue: “Actuar racionalmente es no tratar de cruzar por encima de las rieles del tren cuando éste se está acercando”. Así, la racionalidad económica es simplemente que los agentes económicos actúan movidos por sus intereses y que, al momento de tomar sus decisiones y crear sus expectativas, utilizan de la manera más eficiente sus recursos y usan de la mejor forma posible toda la información a la que pueden tener acceso; de manera coloquial, todos los individuos cuando pretenden alcanzar un determinado objetivo actuarán de manera inteligente para conseguirlo. Probablemente los ascetas del desierto y los marxistas no actúen de esta manera, pero creo que todos los demás sí lo hacen.

Pues bien, ¿por qué entonces los mercados presentan distorsiones respecto al modelo teórico de equilibrio? La respuesta no transita por el hecho de que los individuos, como afectados por algún extraño virus, actúen irracionalmente, sino porque al momento de tomar sus decisiones, éstas se encuentran determinadas por su percepción de los mercados y sus expectativas, las mismas que pueden estar equivocadas. Estas decisiones erróneas cambiarán el perfil de los mercados y serán tomadas por los siguientes agentes económicos, generándose, de esta forma, distorsiones a nivel agregado.

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Conviene recordar que la teoría económica no supone que los agentes económicos no se equivocan, sino lo que supone es que tratan de no equivocarse y, cuando lo hacen, corrigen sus errores, no cayendo sistemáticamente en las mismas equivocaciones. Asimismo, la teoría económica, respaldada empíricamente por los datos de la realidad, nos dice que en el largo plazo los valores se ajustarán al modelo teórico, el mismo que no es otra cosa que la representación formalizada de cómo actuamos todos y cada uno de nosotros.

La Razón – La Paz