En el día de los difuntos, la Alcaldía prohibió el ingreso de bebidas alcohólicas y musicones en los cementerios.
Pese a la lluvia los cruceños se vuelcan a los cementerios para recordar a sus difuntos. Foto EL DEBER
Los cementerios cruceños se transformaron en el día de los difuntos en centros de concentración masiva, donde los dolientes acuden a rendir tributo a sus antepasados rodeados de globos, comida, flores y velas.
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En el ingreso al cementerio La Cuchilla, los puestos adornados de coronas coloridas, arreglos y flores invitan a las personas a acercarse y comprar para colocarlas en los nichos de sus seres queridos.
Un gran número de personas acuden a los cementerios cargadas con sillas, platos y vasos de plásticos, comidas y horneados, que compartirán con sus familiares que acordaron reunirse este 2 de noviembre en el campo santo. La tradición reza que los alimentos son los que más les gustaba al difunto.
Mientras tanto, la Policía y los guardias municipales registran las pertenencias de los que ingresan al campo santo, porque está prohibido la internación de bebidas alcohólicas, equipos de sonidos, bandas y orquestas.
Carla Veramendi se dedica a la venta de comida, llega al cementerio acompañada de sus hijos con flores, comida y una buena cantidad de refresco para dársela como ofrenda a su difunta madre. La mujer nos cuenta algunos de los gustos de su progenitora y lamenta que no pueda dejar aunque sea una copita de cerveza en su nicho.
"A mi madre le gustaba mucho el picante de pollo, por eso le traje este plato y chicha de maní, Además le gustaba también la cerveza y la música colombiana, pero como está prohibido no podré complacerla en eso este año”, detalló.
En el cementerio general como ya es tradición los familiares acuden para elevar plegarias, entonar la canción o música que más agradaba al difunto. Así también los dolientes participan de las misas que se celebran en diferentes horarios.
La misma situación se registra en los otros 18 cementerios municipales, en donde los dolientes asisten para orar por sus seres queridos.
En Santa Cruz de la Sierra se ha dispuesto de más de 600 efectivos, entre uniformados de Tránsito y de la guardia municipal, que se encargarán de custodiar el tráfico y evitar el consumo de bebidas alcohólicas y de musicones por las festividades del Día de Difuntos.
La creencia dice que el 1 de noviembre, al mediodía, las almas bajan a las casas para compartir con los vivos una buena mesa. Por ello se arma un altar con masitas, como las tantawawas, y las comidas que le gustaban al difunto.
Fuente: El Deber