Roberto Ortiz Ortiz*
La presidenta de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya, informó que se cobrará un impuesto al equipaje de pasajeros que traigan mercadería u otros productos, por más que sean de consumo personal, en caso de que el valor del mismo supere los 1000 $us.
Hace ya más de cien años Adam Smith en su libro “La riqueza de las naciones” fundaba su defensa del librecambio con este postulado básico: “En todos los países, el interés de la inmensa mayoría de la población es y debe ser siempre comprar lo que necesita a quien lo vende más barato”
Desde otro ángulo, Smith consideraba el liberalismo como un aspecto de la especialización en el trabajo. Cualquier persona racionalmente prudente nunca intentaría fabricar en casa lo que comprado resultaría más económico: “El sastre no pretende hacer sus propios zapatos, ni el zapatero confeccionar sus propios trajes”.
Los individuos nos dedicamos por completo a la actividad en la que poseemos una destreza o habilidad mayor sobre la de nuestros vecinos, y con una parte de nuestro producto, o lo que es igual, con el dinero obtenido por el mismo, compramos cualquier cosa que necesitemos.
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Lo que se considera norma prudente de conducta en los individuos, difícilmente puede ser calificado de locura en un gobierno democrático -de todos supuestamente-. Entonces ¿Qué fue lo que pasó para que los gobernantes impongan los -tan alabados- aranceles?
Una inmensa red de falacias para el corto plazo camufladas bajo el sofisma de que el productor interno se vería protegido y beneficiado, fue lo que conllevo a todo un sistema arancelario contra la importación de bienes y servicios. Lo que nunca tomamos en cuenta para este análisis –que al parecer es muy beneficioso- es el castigo directo al consumidor y el empobrecimiento a largo plazo que esto provoca en el país, además de un problema en la balanza de pagos que afectara las –alabadas- exportaciones en algún momento por falta de moneda nacional en el exterior.
Lo primero que pensamos luego de este análisis es: Por ejemplo, si quitamos el arancel a la importación de soya en Bolivia ¿Qué pasaría con los productores y obreros nacionales?
Lo primero que pensamos es que: Desaparecerían muchas empresas nacionales -las incompetentes claro- y miles de obreros quedarían sin trabajo. Si lo vemos ahora por el otro lado, los consumidores obtendrían soya importada a menor precio, lo cual resultaría en un ahorro o una mejor distribución de su ingreso. Ese ahorro se invertiría en nuevas empresas nacionales las cuales demandarían el empleo de esos obreros que antes habían sido despedidos. Las empresas extranjeras que proveerían ahora de soya al mercado, gozarían de más dinero boliviano el cual utilizarían para comprar los bienes o servicios que necesiten y que ellos no produzcan eficientemente, es decir, Bolivia se los exportaría. Eh aquí donde se crea verdadera riqueza, empleo, productividad y libertad.
*Estudiante de ingeniería comercial