Elección de sub alcaldes: ¿arrebato democratizador?


Erika Brockmann Quiroga*

ERICKA El improvisado decreto del doble aguinaldo y la entusiasta iniciativa de elegir por voto a subalcaldes en el municipio paceño, son entre muchas otras, dos pirotécnicas y polémicas salidas sólo explicables en tiempos de Navidad y de aprestos electorales prematuros. Sobre el primero se ha dicho tanto que ni opino. Del segundo hay mucho que decir, y comienzo señalando que no estoy de acuerdo con la propuesta, sobrando motivos y argumentos para ello.

Los arrebatos democratizadores deben tomarse con pinzas. En este caso, incluso la Viceministra de Autonomías planteó sus objeciones técnicas, jurídicas y constitucionales, provocando que un concejal del MAS en La Paz las descalifique por “centralistas y conservadoras”. Es verdad, su opinión desliza criterios centralistas. Y es que desde mi punto de vista el diseño electoral de las autonomías puede ser parte de una Carta Orgánica sin estar sometido a una camisa de fuerza de reglas únicas definidas por un ordenamiento electoral centralmente impuesto. Por otra parte, no todo lo conservador es malo. Apenas estamos administrando el “chenko territorial autonómico” en el que nos metimos e iniciativas ingeniosas como ésta suman enredos y arenas movedizas a la gestión pública gobernable y eficiente.



Entiendo, no es pecado soñar en convertirse en mini alcalde ante la imposibilidad de ser Alcalde. Hace tiempo lo hacen hasta los diputados nacionales confundiendo sus roles, incluso ante el pedido desinformado de la misma gente. Lo que sí es irresponsable es no medir las consecuencias que, para la gestión edilicia integral y eficaz de un municipio, puede tener el conceder “autonomía política” a un subalcalde de distrito o macro distrito. Los riesgos se incrementan exponencialmente si a esa iniciativa, a la que resulta “impopular” cuestionar, le colocamos el ingrediente de la idiosincrasia política donde es imperdonable no pelearse con el adversario político y no demandar hasta las últimas consecuencias la tajada de la torta que le toca a su pequeño territorio sin importar el equilibrio del todo y de las partes.

Con esa cultura política, la receta termina siendo un brebaje inductor del caos y la ingobernabilidad, frente al cual un Alcalde terminaría obligado a sobrevivir “chauchitando” recursos en función de tribus urbanas movilizadas por la presencia de subalcaldes de fuerzas políticas distintas. Los municipios a nivel desconcentrado necesitan de funcionarios con mística y capacidades gerenciales no de dirigentes que con encendidos discursos logren un espacio para mostrar su capacidad de arrancarle y doblarle la mano al Alcalde cuya legitimidad le obliga a asumir responsabilidades por toda una comuna.Lo que sí es posible es elegir concejales por distritos, fórmula con la que no simpatizo por las mismas razones arriba anotadas.

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Esta febril y popular tendencia a fragmentar democráticamente la representación en múltiples territorios en cascada desde el legislativo nacional hasta los concejos municipales puede atizar conflictos. Y es que en una sociedad con psicología rentista, clientelar y cortoplacista, y con líderes dispuestos a legitimarse con estas prácticas, este tipo de arrebatos desembocan en demagogia, en frustraciones y en la progresiva erosión de las bases mínimas de cohesión y visión integradora que el país, los departamentos y los municipios necesitan.

*Psicóloga, cientista política y ex parlamentaria

Los Tiempos – Cochabamba