A la espera de que servidor encuentre un hueco para dar por finalizada su intervención en el especial que abrimos hace ya cinco largos meses sobre Guillermo del Toro, y dé paso a la última entrada del mismo que llevará la rúbrica de mi compañero Juan Luís, hacemos hoy un inesperado alto en el camino para desviar nuestra/vuestra atención del pequeño grupo de títulos que conforman la filmografía del mexicano hacia el asombroso volumen que publicaba Norma el mes pasado y que, como reza el título de la entrada, trasciende la mera definición de libro para convertirse en una suerte de museo impreso con el que asomarnos, de una parte, a la inmensa capacidad creativa del cineasta y, de la otra, recorrer las salas que conforman una casa que es el sueño hecho realidad de cualquier coleccionista cinematográfico.
Fidedigna reproducción de la edición estadounidense, ‘Guillermo del Toro. Gabinete de curiosidades’ es una clara invitación a adentrarse en los fascinantes mundos que el director norteamericano ha ido imaginando desde antes de que pudiera concretar su ópera prima —esa ‘Cronos’ (id, 1993) que abrió el especial—. Y para ello, la lectura queda estructurada en tres partes perfectamente diferenciadas: Colecciones, Cuadernos y Proyectos Inacabados, tres momentos a cada cual más impresionantes que permiten al amante del cine de Del Toro acercarse aún más al proceso creativo del cineasta de lo que ya suelen permitir los amplios extras que acompañan a las ediciones en Dvd/Blu-ray de sus películas.
Colecciones
Para mi, lo hermoso de Bleak House es que cada vez que entro o salgo de la casa, me siento purificado. Los católicos van a la iglesia, los judíos a la sinagoga. Yo vengo aquí
Guillermo Del Toro
Tras un prólogo redactado por James Cameron y una pequeña introducción acerca de los inicios del cineasta y de la particular idiosincrasia de lo que vamos a encontrar en el maravilloso recorrido por Bleak House, el libro se adentra de lleno en un minucioso recorrido por la segunda vivienda de Guillermo Del Toro, una casa-museo o, de forma más precisa, un gabinete de curiosidades —como bien indica el co-autor del libro, Marc Scott Zicree, al que le debemos el imprescindible ‘The Twilight Zone Companion’— repleto de arriba a abajo y en cada rincón de mil y una maravillas que el mexicano ha ido acumulando al cabo de los años.
Haciéndose fuerte en esa afirmación de Ray Bradbury de “Nunca tires nada que aprecies”, la colección de objetos, libros, memorabilia, props y esculturas que Del Toro almacena en su Bleak House es comparada en un momento dado por Zicree a la colección de monstruos y ciencia ficción de Forrest J. Ackerman —figura fundamental al hablar de la ciencia ficción del s.XX—, al ático del legendario Rod Serling o la casa amarilla del citado Bradbury, siendo una fusión de esas tres con la pasión por el terror y el fantastique que el cineasta siempre ha demostrado la que determina lo que se puede explorar en este maravilloso espacio.
Un espacio que después de su impresionante recibidor —la imagen que encabeza esta parte del artículo— encuentra momentos álgidos en La Biblioteca del Terror, presidida por una estatua de H.P.Lovecraft que parece va a asaltarte a la que te des la vuelta y en La Sala de la Lluvia, corazón de la casa y lugar donde más a menudo se sienta a escribir el cineasta y llamada así por que, con sólo accionar un interruptor, la habitación se llena con el sonido de una tormenta. Complementadas por otras estancias igualmente sorprendentes, el resto de este tercio del libro se dedica a repasar en sendas entrevistas, las inspiraciones gráficas del artista y un análisis acerca del cine y la narrativa, jalonándose todo el conjunto con intervenciones de John Landis y su compatriota Alfonso Cuarón.
Cuadernos
Antes de empezar a rodar una película, me leo todos los cuadernos. Viajan a todas partes conmigo (…) Los cuadernos son un catálogo; como un catálogo de venta por correo de ideas al que acudo cuando ando escaso de ellas.
Guillermo Del Toro
Corazón del libro, las cerca de 200 páginas que se dedican a los famosos cuadernos de Guillermo Del Toro —que el cineasta admite elaborar como legado para sus hijas— se estructuran, como no podía ser de otra forma, alrededor de los ocho filmes que el cineasta ha sido capaz de poner en pie en los últimos veinte años. Fusión de reflexiones de Zicree acerca de las películas con entrevistas del autor con el cineasta, estos ocho acercamientos a los títulos que han jalonado la trayectoria cinematográfica del mexicano suponen una aproximación única a estos, complementando a la perfección, como decía más arriba, lo que podemos encontrar en las ediciones en formato doméstico de los mismos.
Guardando especial atención para los dos filmes más personales de su producción, pasear la vista por las páginas dedicadas a ‘Hellboy’ (id, 2004) y ‘El laberinto del fauno’ (id, 2006) es acercarse a la singular e intensa pasión que Del Toro puso en la concreción de dos microuniversos apasionantes, plagados de una miriada inabarcable de detalles encaminados, qué duda cabe, a dotar a sendas magníficas producciones del inusitado sentido de la verosimilitud que ambos detentan.
Con intervenciones puntuales de nombres como Neil Gaiman, Ron Perlman o, cómo no, Mike Mignola —que dice ser “un tipo afortunado” por haber conocido al director— las páginas de Cuadernos son un testimonio vivo de que pocas personalidades tan creativas como las de Del Toro podemos encontrar hoy en una industria cinematográfica como la Hollywoodiense, más preocupada del dinero fácil que del espíritu de las obras que salen de los diversos estudios, algo que el cineasta ha cuidado al máximo en todos y cada uno de los títulos que han salido de su fecunda imaginación.
Y llegamos así al último apartado del volumen, una brevísima coda que sobrevuela por encima de aquellos proyectos del cineasta que todavía no han llegado a ver la luz y de los que cabe destacar, qué duda cabe, esa ansiada adaptación de ‘En las montañas de la locura’ de su querido Lovecraft en la que Del Toro lleva trabajando desde hace casi veinte años, un filme que casi estuvo a punto de concretarse antes de ‘Pacific Rim’ (id, 2013) y que, como bien dice Tom Cruise en el epílogo que cierra está soberbia lectura, no puede calificarse de proyecto fallido sino que “se hará cuando llegue su momento”. Sólo podemos desear fervientemente que ese momento esté más cerca que lejos y que después de ‘Crimson Peak’ (id, 2015), su próximo filme, y antes de que se concreten cosas como ‘Pinocho’ o la tercera entrega de Hellboy, podamos asomarnos de nuevo a los abismos del terror de la mano de un director que, al menos en lo que a servidor respecta, sólo ha defraudado en una ocasión.
Fuente: blogdecine.com