Álvaro Riveros Tejada
El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo cerebral muy frecuente y que ha sido recientemente reconocido por la comunidad científica. Fue llamado así en honor a Hans Asperger, el psiquiatra austriaco que lo descubrió. La persona afectada con esta dolencia tiene un aspecto normal, empero en ocasiones presenta comportamientos inadecuados, como un conjunto de problemas mentales y conductuales que forma parte de las perturbaciones del espectro autista. Habla en un tono alto y peculiar, posee un lenguaje pedante, con un extenso vocabulario, inventa palabras o expresiones; le cuesta identificar sus sentimientos y tiene reacciones emocionales desproporcionadas. Llora fácilmente por pequeños motivos. Cuando disfruta suele excitarse: saltar, gritar y hacer palmas. En fin, una suerte de desórdenes que se hacen patentes en la personalidad del autócrata venezolano Nicolás Maduro, cuya suprema imbecilidad no deja de sorprendernos, especialmente cuando por imitar al finado micomandante, o tratar de salir de lo común, ingresa irremisiblemente en el campo de lo ridículo.
Una muestra de este comportamiento fue la creación del “Viceministerio para la Suprema Felicidad Social” sin especificar funciones y objetivos y en medio de una sociedad donde esta ocurrencia presidencial pareciera ser más una burla que produce incredulidad, rabia, sarcasmo y hasta humor. En medio de un país mimado por la suerte y acostumbrado al buen vivir, en el cual actualmente priman: el asesinato a mansalva de estudiantes; la detención indiscriminada de personas que disienten pacíficamente de la manera estúpida e inmadura de gobernar su país; de una absoluta carencia de bienes primarios de consumo y de una dependencia canina de Cuba, los venezolanos se preguntan: ¿desde cuándo el gobierno se ocupa de nuestra felicidad si no es capaz de resolver los problemas que causan nuestra desolación, amargura, pobreza, muerte y desdicha?
En este empírico psicoanálisis sobre el anecdótico gobernante, y dándole el beneficio de ser sincero y de carecer de todo vestigio de malicia, sólo nos resta creer que para anunciar semejante estupidez, su perturbación mental lo ha llevado a reconocer que su pueblo sufre una aguda depresión empero, ignora que lo único que le daría felicidad, antes de contar con un viceministerio de la suprema felicidad, es que no tenga que hacer kilométricas colas para comprar un rollo de papel higiénico; estar a salto de mata evitando ser asesinado, como fue el caso de la artista Mónica Spear y su esposo, la ex miss Carabobo Génesis Carmona y los otros estudiantes. Empero, qué se le va hacer, ese es el típico modelo de las autocracias comunistoides, crear el ministerio del amor, de la verdad, de la inteligencia etc., para subsanar precisamente la falta de esos valores.
Mientras en Bolivia contemos con el placebo que nos ofrece la hoja sagrada, y se nos brinde cotidianamente por satélite, Dakar y circo, no necesitaremos echar mano a ese tipo de distracciones y estaremos al menos libres de que nos gobierne un Nicolás con el mal de Asperger.
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