Declive electoral del neo-populismo


CORREA Al socialismo del siglo XXI no le ha ido muy bien en las urnas en los últimos tiempos. A la derrota sufrida por el kirchnerismo en las elecciones parlamentarias deben sumarse los reveses de los Zelaya en Honduras, López Obrador en México, y a sus aliados de Paraguay y Costa Rica.

Pero sin duda el traspié más significativo fue el del presidente ecuatoriano Rafael Correa, cuyo partido, a pesar de contar con las ventajas que da el abuso de la cosa pública, fue derrotado en nueve de las diez ciudades más pobladas del país y en la mayoría de las provincias.

Por más que Correa intente culpabilizar a sus ministros y mostrar el asunto como un resultado de malas gestiones técnicas, lo cierto es que el tema es de orden estructural y tiene que ver con el hartazgo generado por todo un proyecto político, no solo en Ecuador sino a nivel continental.



Mientras tanto, en la “madre patria” del neo-populismo autoritario, Venezuela (Cuba sería más bien la abuela prehistórica del engendro), la disconformidad se manifiesta en las calles, dada la distorsión del sistema electoral que trampea resultados y que impide la alternancia democrática.

En la Bolivia evista, a pesar del triunfalismo electoral exhibido ante los medios, se sabe que en el Movimiento Al Socialismo crece la preocupación por los efectos -negativos para el oficialismo y benéficos para la reconstrucción republicana- que podría tener un derrumbe final del chavismo.

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No tanto por la ayuda financiera (que últimamente ha desaparecido) ni operativa (sustituible con agentes cubanos), sino por la crisis ideológica que supone la pérdida del horizonte histórico.

En otras palabras: el descalabro terminal en Venezuela confirmaría que el socialismo “comunitario” no es la meta hacia la cual se mueven de manera unívoca las fuerzas de la historia, abriendo la posibilidad de un recambio real de actores en el gobierno boliviano…

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