Mónica Oblitas Zamora*
Me es imposible escribirle distinguido, estimado y mucho menos apreciado, sepa disculpar.
Soy conocedora de lo importante que es para Usted ser reconocido por la gente desde el día en que vi a mi abuela reírse a carcajadas con la pose de perrito a cuatro patas que Usted le dedicaba a Gonzalo Sánchez de Lozada. No podía entender cómo alguien supuestamente respetable hacía semejante ridículo en televisión, aunque reconozco que Usted ha sido una constante de lo absurdo en mi vida, desde que comenzó a interesarme quién maneja qué.
Recuerdo también su saludo rimado y fuera de protocolo al Príncipe de Asturias y su ira que raya en pecado capital contra los periodistas. Eso sí es odio. En realidad Usted siempre me pareció bastante salido de tono, pero superó todo pronóstico cuando empezó a emergerle el “viejo verde” que tiene dentro y que muchos disculpan como actitudes de “anciano senil”. Conozco muchos ancianos seniles y pocos tienen las manos tan largas como Usted, si hasta parece de circo.
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¿Sabe que está cometiendo un delito penado por cárcel, desde que se le ha dado por acosar y abusar de las mujeres que lo rodean, trabaje con ellas o no? No le puede meter la lengua en la boca a una joven a la fuerza o apretar piernas o traseros porque en nuestras leyes está prohibido. Las mujeres somos mucho más que eso que Usted percibe, aunque no se lo hayan hecho notar aún.
Hay una cosa que sí le reconozco, y que es muy importante: tiene Usted el apoyo de muchos que piensan con esa mentalidad podrida como la suya, pero que se contienen porque disimulan y se controlan, y tiene el apoyo de muchas también. (No puedo entender cómo). Al respecto, no entiendo cómo ninguna mujer a la que ha acosado no lo ha llevado hasta los tribunales hasta ahora (ni le ha dado pa’ su manazo). Sé que perder el trabajo es duro, que hay que mantener a los hijos, etc., pero podría asegurar que Usted en su despacho se desata, imagínese: si actúa como lo hace en público debe ser realmente humillante y difícil trabajar a su lado fuera de cámaras. Supongo también que la colega a la que Usted ha manoseado recientemente no quiere verse envuelta en un escándalo, y por ello permite que sea el esposo el que acepte las disculpas más falsas que he visto (no se meta de actor, lo hace mejor Pepe Mosca), sin sentir que la que tiene que recibir la disculpa es ella.
Se habrá enterado que la diputada Marcela Revollo ya le ha iniciado un proceso pese a sus disculpas. Al respecto no se haga el opa que Usted dice en el “video del perdón” que no ofendió a Mercedes con el apretón de muslo. Claramente se entiende que lo va a volver a hacer; en cuanto alguna se descuide zasss, vendrá la mano de Percy (o la lengua si es demasiada la mala suerte). Pero tengo fe mire, que lo que está haciendo Marcela funcione y que ya sea por susto, Usted pueda controlarse, salir de escena y que los cruceños puedan comenzar a ser más activos en la política porque no sólo de asfalto vive el hombre (ni la mujer fíjese). Sólo prepárese. No hay mal que dure cien años, ni puesto que lo resista.
Saludo a Ud. (así nomás, de lejos)
*Periodista
Los Tiempos – Cochabamba