Aquí no hay celos que valgan. Ni el niño tiene el síndrome del ‘Príncipe Destronado’ ni el perro ladra a rabiar cuando ve que al pequeño le hacen más caso que a él, publica que.es.
Aquí no hay celos que valgan. Ni el niño tiene el síndrome del ‘Príncipe Destronado’ ni el perro ladra a rabiar cuando ve que al pequeño le hacen más caso que a él, publica que.es.