Bolivia, la ruta elegida para traficar la droga hacia grandes mercados


El Estado puede ser perforado por el crimen organizado, advierte un exfiscal. El representante de la Onudc en Bolivia indicó que Santa Cruz es un lugar ideal para convertirse en el área de operaciones del crimen transnacional. Informes de otras instituciones reafirman esta posibilidad. Un analista observa la falta de control estatal.

imageEL DEBER, Santa Cruz

El movimiento del crimen organizado dedicado al tráfico de sustancias controladas ha convertido a Bolivia en el centro de un ‘sándwich’ de los negocios ilícitos que se mueven en esta parte de América del Sur. Por la condición geográfica en la que se encuentra el país, los criminales lo ven como uno de los principales corredores (aéreos, terrestres y, últimamente, fluviales) que deben dominar para el movimiento de las sustancias controladas que intentan hacer llegar a ciudades de Europa, Asia o África, pasando por territorios vecinos como Chile, Brasil, Argentina y Paraguay.



El tema ya es de preocupación de organizaciones internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), cuyo representante, Antonino de Leo, afirmó que el departamento de Santa Cruz es un espacio vulnerable a las actividades del narcotráfico y del crimen organizado. El representante internacional indicó que estas bandas transnacionales trabajan en áreas donde hay menos riesgos y más posibilidades para generar una mayor ganancia.

“Santa Cruz es un departamento que muy fácilmente podría ser identificado como un área de operaciones del crimen transnacional”, aseguró el representante de la Unodc. Su afirmación  coincide con la vertida por el periodista Jeremy Mc Dermoth, que, en una entrevista con EL DEBER, señaló que Bolivia está al lado de los dos mayores mercados para la cocaína del continente: Brasil y Argentina, además de ser vecino también del mayor productor de la droga, Perú.

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El análisis realizado por De Leo respecto a lo que sucede en nuestro departamento también puede ser aplicado a la realidad nacional, ya que las rutas aéreas y terrestres que han perforado la seguridad del Estado se ven beneficiadas por la falta de tecnología para enfrentar este problema.

El viceministro de Régimen Interior y Policía, Jorge Pérez, reconoció que las bandas criminales tienen una mayor capacidad tecnológica frente a las de la Policía y se comprometió a equipar más a la institución verde olivo, justo cuando esta estaba de aniversario el martes pasado. Una afirmación similar fue hecha por el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, que señaló que los narcotraficantes tal vez cuentan con mejores equipos de comunicación, para evitar caer en las manos de los agentes.

Análisis sobre las rutas del tráfico de drogas en Bolivia realizados por la institución InSight Crime, Crimen Organizado en Las Américas, detallan que el interés de las organizaciones extranjeras en torno a Bolivia aumentó debido a las facilidades que existen para mover las sustancias controladas por nuestro territorio. 

Debido a esto señalan que los narcos prueban más rutas en el país para sacar la pasta base peruana, más barata y de mayor calidad que la que se produce en el país, hacia mercados como Brasil, Argentina o Chile, desde donde se puede mover el alcaloide hacia Europa, mercado en el que cada vez hay más consumidores y las ganancias son más altas.

A lo anterior se suman las cifras conocidas sobre la producción de coca y el desvío de esta hoja hacia el narcotráfico. Según el viceministro de Defensa Social, el 47% es destinado al narcotráfico y el 53% es comercializado en los mercados legales.

Antecedentes en otros países

Pero ¿por qué convertirnos en una ruta para el tráfico de sustancias controladas debe preocuparnos? La respuesta más sencilla nos puede retrotraer a los años de Pablo Escobar, que hizo del negocio de la venta de droga un imperio y se dio cuenta de que el verdadero lucro del tráfico ilícito no estaba en la producción del alcaloide, sino en el control de las rutas que transforman el valor de la mercadería ilegal puesta en la puerta de una fábrica o un centro de refinación de cocaína, de miles a cientos de miles o millones de dólares cuando ese cargamento está en otros mercados.

Durante los años de Escobar, la corrupción política y policial dañó el tejido social de Colombia y cuando se intentó poner freno a la impunidad con la que se movía el narco, la violencia comenzó a golpear a la gente.

Una realidad igual es la que se vive en México, donde  tratar de poner el cascabel al gato de los traficantes ha significado convertir ciudades en espacios donde hay que pagar seguro de vida porque el supraestado está manejado por los dueños de las rutas que llevan la droga de diversas partes del mundo hacia Estados Unidos.

Las autoridades gubernamentales y policiales nacionales han afirmado en reiteradas oportunidades que Bolivia es un país de tránsito para la pasta base de cocaína peruana. En ese contexto, se han estado produciendo crímenes calificados como ‘ajustes de cuentas’ del narcotráfico. En Santa Cruz ya hay 16 víctimas de este tipo de hechos en lo que va del año

ANÁLISIS

El Estado puede ser perforado por el crimen organizado

Joadel Bravo – Exfiscal

Observo una falta de Estado en estos temas y una muestra de lo que digo es lo que sucede en Yapacaní, donde aún no se puede poner en funcionamiento un cuartel para ejecutar operativos de interdicción contra los narcotraficantes.

Este tipo de situaciones son una mala señal para el país, ya que el crimen organizado se da cuenta de que puede operar con tranquilidad en nuestro territorio.

Si las cosas siguen de esta manera, el Estado será perforado por los traficantes de droga y el mayor problema de esta situación es que empiecen a colocar autoridades en todos los niveles de Gobierno. No hay que olvidarse de los tiempos de García Meza, cuando la población actuaba de manera benévola con los traficantes.

A esto se suman las deficiencias que tiene la Policía para actuar. Antes se contaba con información sobre el movimiento de las organizaciones criminales transnacionales, ahora no sé si manejan esos datos. Los operativos terminan solo con la detención de cuidantes o tragones, pero no con las cabezas de las mafias. Faltan leyes que apoyen el trabajo de los policías, porque ahora les faltan condiciones.