Jaime De La Fuente Patiño*
Cada 10 de mayo se celebra el Día del Periodista en Bolivia, en conmemoración a que en esta fecha en 1938 el Presidente Germán Bush creó la “Caja Nacional de Jubilados, Pensionados y Montepíos de Periodistas”. Sin embargo, en los últimos años, se viene afirmando en la prensa que esta recordación tuvo su origen en el fusilamiento del periodista Cirilo Barragán en esta fecha en 1865, por órdenes del Presidente de facto Mariano Melgarejo, por ejercer el periodismo y criticarlo desde sus páginas. No obstante, esta afirmación es equivocada, porque Barragán no fue fusilado en esa fecha, ni por escribir en contra del flamante régimen de Melgarejo (que derrocó tres meses antes al Presidente Achá), sino por ser uno de los cabecillas de dos revoluciones en su contra.
La fuente primaria de esas rebeliones está en el relato testimonial del Gral., abogado y futuro Presidente, Narciso Campero, que estuvo al servicio de Melgarejo en 1865 acabando desterrado en el Perú, y que escribió un libro criticando al caudillo bárbaro. (Recuerdos del regreso de Europa a Bolivia y retiro a Tacna). En el cual, relató que en marzo de 1865, cuando el Presidente Melgarejo no estaba en la ciudad de La Paz, el ex-Presidente Manuel I. Belzu ingreso el día 22 desde el Perú a esta ciudad, donde fue recibido por sus partidarios que se sublevaron y lo proclamaron presidente, estando entre los cabecillas los hermanos y abogados Alejo y Cirilo Barragán. Melgarejo que estaba en Oruro, al enterarse de esta rebelión retorno a La Paz y en el camino le dijo a Campero: “A quienes les tengo unas ganas es, a esos Barragancitos… ¡Son unos malvados!”
Luego Campero narró cómo esta revolución fue sofocada cinco días después, el 27 de marzo, en una acción militar que culminó con la muerte de Belzu. Y poco tiempo después, Melgarejo se trasladó a Potosí dejando en La Paz a Campero como Prefecto. Entonces los hermanos Barragán (que no fueron apresados ni fusilados el 10 de mayo) organizaron y encabezaron una nueva revolución, que se produjo el 25 de mayo. En la que fue proclamando presidente el Cnl. Casto Arguedas que fue ascendido a general, y Alejo Barragán fue nombrado prefecto en vez de Campero. Quien relató que estuvo a punto de ser victimado por órdenes de este Barragán, pero consiguió refugiarse en la casa del Cónsul de Bélgica y escapar después de la ciudad.
Mientras tanto y según Campero, los revolucionarios paceños se aliaron con otros de Oruro que llegaron a La Paz, y en un banquete de camaradería, Cirilo Barragán efectuó un brindis ofensivo contra los orureños. Lo que originó una trifulca que fue contenida por Arguedas, que expulsó del lugar a Cirilo, que salió seguido por su hermano Alejo. Quien después trató de deponer a Arguedas y reemplazarlo por un triunvirato presidido por él, lo que más bien ocasionó que Arguedas lo destituyese de prefecto y lo deportase a los Yungas.
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Esta revolución de La Paz y Oruro junto con otras que se produjeron en otras ciudades fueron sofocadas finalmente por Melgarejo en la “Batalla de las Letanías” el 24 de enero de 1866. Posteriormente, según Campero, Cirilo Barragán fue apresado en una provincia paceña y fue llevado a Oruro donde estaba Melgarejo, que lo hizo fusilar “sin figura de juicio”, (y en fecha desconocida). Su hermano Alejo, según Nicanor Aranzaes (1915), estuvo “proscrito durante la dominación (de) Melgarejo, regresando al país después de su caída. Fue electo diputado suplente por La Paz al Congreso de 1872. Decepcionado de la política se retiró a Arequipa, donde falleció en 1874”. (Según Aranzaes, estos Barragán eran paceños, hijos de un chileno y una paceña).
Cabe agregar que Campero indicó entre otras cosas, que los Barragán no eran de fiar porque no tenían respeto por la constitución como alegaban, pues habían participado antes en otras revoluciones como la de marzo de 1849 en contra del Presidente Belzu. En este sentido, Nicanor Aranzaes (1918), relató que estos hermanos Barragán fueron apresados en La Paz junto con 43 personas más por estar involucrados en otra insurrección a favor del Gral. José Ballivián que debía estallar en junio de 1848 en contra del Presidente Velasco, siendo todos liberados después.
Por otro lado, Gabriel René Moreno de padre belcista, en su libro de denuncia “Matanzas de Yáñez”, relató que durante la Dictadura de José M. Linares, el Prefecto de La Paz, José M. Santibáñez convenció a Cirilo Barragán para que escribiese un folleto contra el derrocado expresidente y yerno de Belzu, Jorge Córdova. Barragán que era su amigo de la infancia, no pudo redactar el folleto al agrado de Santibáñez, por lo que éste lo escribió, pero fue publicado con la firma de Barragán en febrero de 1859. Meses después, Barragán, en posible recompensa por este servicio, fue nombrado Fiscal del Distrito de La Paz, pero luego tuvo un altercado con el Ministro del Interior, el argentino Ruperto Fernández, por lo que renunció a su cargo en mayo de 1860.
Meses más tarde en enero de 1861, Linares fue derrocado por dos de sus ministros, (José M. Achá y Ruperto Fernández), y el Prefecto de la Paz, que conformaron un triunvirato. Luego Achá fue elegido presidente, y durante su gobierno, según Moreno, el comandante de La Paz, Crnl. Plácido Yáñez, en ausencia de Achá que estaba en Sucre, en la noche del 23 de octubre de 1861, “mandó asesinar con la fuerza pública a medio centenar de ciudadanos, que arbitrariamente había hecho encarcelar días antes a título de belcistas conspiradores”, estando entre ellos el expresidente Córdova y el hermano de Belzu, (Francisco Paula). Un mes después, la plebe paceña asaltó el palacio de gobierno donde estaba Yáñez y “ajustició al criminal con dos de sus cómplices”, en medio de una revolución a favor del Ministro del Interior Ruperto Fernández que se había quedado en Sucre. Mientras tanto, Achá retornó a La Paz, donde acusó a Fernández de ser el “instigador” de la masacre perpetrada por Yáñez. Luego esa rebelión de Fernández fue sofocada y él huyó a la Argentina.
Recién días después de la muerte de Yáñez, el 29 de noviembre, según Moreno, la matanza cometida por él fue denunciada y publicada en la prensa nacional, siendo el primero en hacerlo el flamante periódico paceño “El Juicio Público” que hizo su aparición en esa fecha para denunciar la masacre, pero dejó de publicarse cuatro meses después, el 20 de marzo de 1862. Sus propietarios y directores eran los hermanos Cirilo, Vicente y Román Barragán (no Alejo), la redacción era firmada por otras dos personas, pero el verdadero y principal redactor era el abogado Cirilo Barragán, quien “solía ejercer cargos concejiles o municipales”.
Este periódico, al decir de Moreno, actuó como fiscal acusador de Yáñez y sus secuaces, (en consonancia con la profesión de Cirilo), siendo su color político el belcismo, pero no fue contrario al gobierno de Achá y más bien coincidió con la prensa oficialista en su “odio” contra Fernández, sindicándolo también de haber sido el instigador de Yáñez, aunque sin pruebas contundentes. (Cirilo detestaría a Fernández por el altercado que tuvo con él). Moreno puso en duda la no culpabilidad de Achá en la masacre, y relató que meses después de cerrarse el periódico de los Barragán, Cirilo “prevaricó” como demócrata, participando en la revolución sin éxito del Gral. Gregorio Pérez en contra del Presidente Constitucional Achá.
Por lo expuesto, podemos señalar que Cirilo Barragán fue un abogado de profesión, y un político inconsecuente y conflictivo que participo en varias revoluciones de diverso color político, y que ejerció eventualmente el periodismo por motivos políticos y para denunciar las matanzas de Yañez. Estuvo entre los cabecillas de dos insurrecciones contra el régimen de Melgarejo, por lo que fue fusilado, aunque sin el debido proceso. Alcides Arguedas lo consideró “atrabiliario e imprudente”.
Sin embargo, Alberto Gutiérrez, un acérrimo detractor del caudillo bárbaro, en su libro El Melgarejismo (1916), distorsionó y falseó los hechos para acrecentar sus crímenes, presentando a los hermanos Alejo y Cirilo Barragán como si solo hubiesen sido unos periodistas y redactores belcistas de “El Juicio Público” de circulación permanente que denunciaron dicha masacre, (Alejo no intervino entonces ni fungió como periodista), y que tiempo después, fueron perseguidos durante el régimen de Melgarejo. Siendo Cirilo apresado y fusilado sin trámite alguno, mientras que Alejo en su fuga encontró la muerte en “esa existencia de fiera despavorida, en el fondo de los bosques”. (Siendo esto último una falsedad descabellada e inadmisible).
No obstante, parte de esta distorsión de Gutiérrez, fue repetida e introducida en la historia del periodismo nacional, posiblemente de buena fe, por Gustavo Adolfo Otero en “El periodismo en América” (1946). En el cual, indica erróneamente que Alejo (sic) y Cirilo Barragán que denunciaron dichas matanzas, “se constituyeron en los periodistas representativos y defensores de las libertades” atropelladas por el régimen de Melgarejo. Quien ordenó su sañuda persecución, siendo Cirilo apresado y fusilado “en el patíbulo que se alzó para el escarnio de la libertad de prensa en la ciudad de La Paz, (sic, en Oruro) Cirilo Barragán es el mártir del periodismo boliviano de todos los tiempos, que ofreció su sangre en holocausto de sus ideas democráticas y liberales”. (Sic)
Posteriormente, estos errores históricos serían repetidos con diversos matices por otros autores, y en los últimos años, alguien agregaría imaginativamente que Cirilo Barragán fue fusilado el 10 de mayo de 1865, originado el día del periodista. Lo que es equivocado como acabamos de demostrar, pero viene siendo repetido por varios autores, que esperamos adviertan el error y lo rectifiquen.
Cabe agregar, que el periodista J. J. Toro Montoya el año pasado en Los Tiempos (09/05) sugirió investigar los antecedentes de Barragán (que lo hicimos) y consideró que Luis Espinal merecía mayor reconocimiento en el día de su asesinato, sin advertir que este ya es el Día del Cine Boliviano desde 2007.
*Investigador de Historia
Los Tiempos – Cochabamba