Solo un 2% de las galas menores de 35 años toma el sol al descubierto. ¿De dónde viene este cambio de opinión? ¿Y qué signifca?
Tras las ciento y una Miley Cyrus de turno, el desnudo se asocia más a un estúpido resorte prejuicioso que a un regreso a la naturaleza
Las herederas de Brigitte Bardot han renunciado a mostrarse en público por una triple razón. En primer lugar, ¡pásmense!, por cuestiones políticas: las Femen o su versión estadounidense Free The Nipple han ruborizado a Putin o a Rouco Varela, pero a cambio de este inevitable sacrificio: el toples ya no se considera un justo síntoma de libertad y de autoafirmación femenina, sino que el activismo pectoral y sus inevitables bamboleos, se consideran extremistas. Si hoy Delacroix volviera a pintar su archiconocido La libertad guiando al pueblo, a buen seguro que no hubiera escondido los senos de la mujer que encarnaba tan bella alegoría.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
No es toples si te cubre una planta / CAMERA PRESS /Cordon Press
En segundo lugar, supone ir a la contra de la tendencia actual de cosificar e hipersexualizar a la mujer, la llamada cultura porno (en inglés, que siempre queda todo más fino, porn culture: el vocabulario que a veces necesitan estos temas no siempre es representativo del respeto que se pueda sentir hacia ellos). O para que nos entendamos: las ciento y una Miley Cyrus de turno. La desnudez ya no es un regreso a la madre naturaleza y a la inocencia del jardín del Edén como en la época jipi: se identifica automáticamente, por un estúpido resorte prejuicioso, con la provocación. Que por intereses mercantiles nos estén retirando el placer de disponer libremente de nuestro cuerpo debería ser algo a tener en cuenta.
Otro gran motivo de este cambio es que el mirón de playa ha sido sustituido por el mucho menos inocente roba-desnudos que lo tiene fácil para subir fotos a redes sociales
Y por último está, como no podía ser de otra manera, las redes sociales, origen y fin de todo lo bueno y de todo lo malo que le ocurre a la Humanidad en los últimos tiempos. El mirón de playa ha sido sustituido por el mucho menos inocente roba-desnudos. Crece el temor a que las imágenes sean para disfrute de todo hijo de vecino con ADSL y/o smartphone. Por más que las puritanas Facebook, Instagram y demás no permitan la sombra de una areola hay miles de otras que no tienen ningún problema en exhibirlas y hacer pingües beneficios con esta parte de la anatomía.
La revista original apunta también, aunque sin mucho entusiasmo, un fenómeno que nos parece mucho más interesante: cómo las mujeres cada vez se fijan más en el pecho de las otras mujeres. No es una fantasía de pervertido: si hasta ahora creíamos que la playa (y el desnudo) democratizaba, con el aumento de las operaciones de mamoplastia empieza a haber clases y clases de pecho. Por cierto, y sin ánimo de meter el dedo en el cierre del sujetador, en ningún momento la revista se plantea el que, en una sociedad multicultural y multiconfesional como la francesa, buena parte de su población femenina simpatice o rechace enfrentarse a lo que se considera de buen tono entre, por ejemplo, muchos musulmanes o esos millones de católicos que se han manifestado en contra del matrimonio homosexual.Sea como fuere, ¿quién se lo iba a decir al difunto López Vázquez o a Pepe Sacristán, protagonistas de aquella legendaria Españolas en París? Es más, ¿quién se lo iba a decir a los propios franceses, que hasta hace dos téléjournals tenían como primera dama a Carla Bruni (italiana, sí, pero afrancesada cual Jacques Brel), siempre dueña y señora de la (frecuente, por otro lado) decisión de mostrar sus exquisitos atributos? La francesa ha pasado a engrosar la larga lista de nacionalidades que repudian el mostrar el busto, como ocurre en Sudamérica, Norteamérica y Asia.
Un fotograma del mítico desnudo de la película francesa ‘Jeune jolie’, ahora quizás más drama histórico que actual / Everett Collection / Everett Collection / Cordon Press
Ahora mismo, la résistance al Imperio del Pezón Oculto queda en manos de nórdicas, inglesas, alemanas y, por supuesto, españolas. Es lo único que debemos agradecer a esta tendencia. Gracias a ella, ya hemos descubierto cuál es, de verdad de la buena, la tan mentada marca España: no llevar marca… del bikini.Fuente: elpais.com