El suicidio de la verdad


Juan Antonio Morales*

JUAN ANTONIO MORALES Varios comentaristas, ilustrados o no, han calificado a la declaración del candidato Doria Medina de suicidio electoral. Llama la atención que se trata de descalificar una declaración porque presenta una alternativa de solución a un problema que se lo ve venir. No hay que ser un especialista para darse cuenta de que al ritmo de producción que se va, y si no hay inversión en exploración, las reservas de gas con las que contamos se agotarán en 11 años (según las proyecciones más optimistas). Once años pasan rápidamente.

YPFB no tiene suficiente músculo, ni financiero ni técnico, para acometer las costosas y técnicamente complicadas tareas de exploración. Está, por el momento, sustituyendo con canciones su falta de hallazgos de depósitos de gas con valor comercial. Canciones y gas son sustitutos muy imperfectos.



La tributación de los recursos naturales es, por cierto, un tema difícil, que debe ser debatido, tanto en instancias técnicas como con el electorado. Los recursos naturales son un factor de producción, que se suma al capital y al trabajo.

El dueño de ese recurso es la nación, mientras que el capital puede ser privado y los trabajadores son dueños de su fuerza de trabajo. En una situación de completa certidumbre, las rentas de los recursos naturales, que provienen de los ingresos por ventas, deducidos los costos de los insumos y las remuneraciones al capital y al trabajo, debían ir en un 100% a la nación.

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Lamentablemente no contamos con una línea Entel al cielo, a pesar del satélite, para que desde allá se nos informe cuánto hay de gas ni cuáles van a ser sus precios hasta que se agoten los yacimientos. Se tiene que operar en un contexto de incertidumbre y conformarnos con las mejores estimaciones y proyecciones posibles de cantidades y precios.

La exploración y explotación de un recurso natural son actividades inherentemente riesgosas. Por tanto, el riesgo tiene que ser compensado, y para atraer inversionistas que están dispuestos a arriesgar sus capitales, así como a poner esfuerzo y tiempo, es necesario que obtengan una retribución satisfactoria.

La idea de fondo es que la (pluri) nación maximice su participación en las rentas sobre un horizonte de tiempo. Para que esto ocurra se tiene que conseguir un equilibrio adecuado entre la tributación y los incentivos para atraer inversión de riesgo.

La miopía en esta materia puede conducir a graves errores. Por ejemplo, estrujar ahora al máximo la renta de las compañías productivas, pero al costo que no hayan más inversiones en exploración, dejará al país con un ingreso menor al que tendría en condiciones en las que se respete el equilibrio mencionado en el párrafo anterior.

En el otro extremo, gravar muy levemente al sector, con la ilusión de lograr más inversiones, como se lo hizo en los años 90, por la carrera de liberalidades tributarias en la que se habían embarcado todos los países sudamericanos, fue también un grave error y con lamentables consecuencias políticas.

La participación estatal en los ingresos en boca de pozo no es de 82%, como dice la publicidad gubernamental. Estaría más bien alrededor de 65%. Lo que se aplica por la nacionalización es de 17%, según los cálculos de exministro y experto Mauricio Medinaceli. Que se sepa, YPFB no paga dividendos a su accionista principal que es el Estado.

Las modalidades contractuales y de tributación son diversas. Hay un amplio debate académico con relación a las ventajas de unas sobre otras. Cualquiera sea la modalidad lo importante es la transparencia. Conceder ventajas subrepticiamente, permitiendo depreciaciones aceleradas –las que ya están en los contratos actuales-, y feriados tributarios, para los cuales el Gobierno ha estado lanzando globos de ensayo, simplemente oscurece el panorama.

Estas soluciones para atraer inversiones, sin que cuesten electoralmente, son inferiores a la de Doria Medina, que no tiene por qué tomar una actitud defensiva. La verdad puede que cueste votos, pero el país estará mejor con ella que sin ella.

*Profesor de la Universidad Católica Boliviana y ex presidente del Banco Central de Bolivia

Página Siete – La Paz