Días después de confirmar que Sandra Bullock es la actriz mejor pagada del mundo con una factura de más de 38 millones de euros (sgún la revista Forbes), el espectador de comedias despertó. Y al abrir los ojos no vio el rostro níveo de la protagonista de Gravity, sino que se encontró con Jennifer Aniston. Una década después de que la televisión estadounidense emitiera el último capítulo de la serie Friends, Rachel Green sigue ahí. Solo hace falta bajar dos posiciones para encontrarla en el puesto número tres. En silencio. Sin despertar suspicacias. Con ese perfil bajo que mantiene desde principios del nuevo siglo, cuando dejó de ser la mujerdel hombre más deseado del mundo, Brad Pitt.
Aniston (Los Ángeles, 1969) cierra el año con 23 millones de euros por su papel de esposa ystripper (con pelucas platino) en Somos los Miller. En resumen: una comedia sustentada en los chistes de drogas y partes (erógenas) del cuerpo. Argumento suficiente para conseguir una taquilla de más de 110 millones de euros solo en Estados Unidos. ¿Cuál es la estrategia para ser reina sin reinar?
Incansablemente perseguida por la prensa sensacionalista que parece no entender por qué una mujer con 45 años sigue sin encontrar al hombre-de-su-vida para formar una familia, la actriz representa, por el contrario, el valor más seguro del parqué hollywoodiense. Una apuesta firme para esa división cinematográfica más centrada en la caja que en el prestigio. (En este punto es mejor no llevarse a error: el tipo de comedias que protagoniza Aniston poco tienen que ver con las que firmaba Billy Wilder).
Lo que tal vez sea más paradójico es que la actriz no tiene remilgos ni remordimientos cuando tiene que reconocer que su carrera se apuntala sobre este tipo de cine. En ninguna de las entrevistas que concede se atisba el menor indicio de revés o giro en su estrategia. No baraja participar en un filme indie. No demanda guiones de personajes que exijan un cambio de imagen radical que transforme su aspecto físico hasta la náusea (el recurso seguro para conseguir un Oscar). No practica la divagación elevada cuando tiene que justificar por qué decidió ser la mujer del todopoderoso en Como Dios o por qué no ha dudado ni un segundo en planificar su agenda para 2015 con la segunda parte de Cómo acabar con tu jefe.
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Probablemente cuando vuelve a su casa en Los Ángeles después de cada rodaje, enciende la televisión por cable y se topa con la enésima reposición de Friends en cualquier canal internacional, las posibles dudas que le acechen sobre la valía de su trabajo, desaparezcan. Cada vez que se emite un capítulo de la serie en cualquier lugar del mundo, sus protagonistas recibenroyalties, es decir, una comisión. Aniston interpretó el personaje de Rachel desde 1994 hasta 2004, cuando acabó el programa. Consiguió un premio Emmy, un Goblo de Oro y fue galardonada por el Sindicato de Actores. Pero su logro más importante llegó el día que convenció a su productor – ella y el resto del elenco- de que debían cobrar un millón de dólares por cada capítulo de las dos últimas temporadas. La televisión cambió. Se instauró la que se conoce como zona Friends. Un limbo creativo-económico que solo las sitcoms (comedias de situación) pueden alcanzar por el bajo coste que implica producirlas.
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Jennifer Aniston y Brad Pitt, en una imagen de 2003.
Jennifer Aniston también puede pasearse por el paseo de la fama de Los Ángeles los días de dudas. Desde 2012, entre Hollywood Boulevard y Vine Street, está la estrella 2.462. Su estrella. La primera del reparto de Friends. Un simbólico reconocimiento para poner en su vitrina de homenajes. Donde a lo mejor guarda una de aquellas camisetas que se comercializaron a mediados de 2005 cuando se hizo efectivo su divorcio de Brad Pitt.
Las prendas Team Aniston (equipo Aniston) se vendían con un margen de 25 a 1, frente a las del Team Jolie (equipo Jolie). Estados Unidos parecía apoyar más a la intérprete que a la nueva mujer de su exmarido Brad Pitt- y la industria también, a pesar de la fama de Jolie esta se encuentra dos puestos por debajo de Aniston en la lista Forbes-.
En aquellos tumultuosos meses, en una parábola del destino, Brad Pitt se convirtió sin quererlo en Ross, el personaje al que interpretaba David Schwimmer, su eterno novio en la pequeña pantalla. ¿Será que el bueno de Pitt creía que se estaban tomando un descanso?
Fuente: www.revistavanityfair.es