Mercedes Fernández*Y se llaman Esther, Julián, Matías y Sebastián.Son los cuatrillizos que no pudieron nacer mejor.Estaban cada uno en su bolsita y pesaron un kilo y medio por cuerpito.Estos bebes ya tienen familiares, que nacieron de a dos, o sea como dice el padre “es fecundidad de familia”.Verlos en portada, cada uno en su incubadora por rigor médico y respirando sin intermediarios, me hace pensar que estos peladitos fabricados en Yacuiba y nacidos en Santa Cruz, son realmente suertudos pues siendo parte de ese 1% de nacimientos de cuatrillizos de entre 600 mil babys, como señalan las estadísticas y nacer saludables y tan bien atendidos en Bolivia, ya significa suerte.Que diferencia, ¿no? La mamá se alimentó y controló periódicamente y un mes antes, ya estaba esperando el nacimiento en una prestigiosa clínica de la capital.Ella siempre estuvo en buenas manos de galenos particulares y sus pequeños no se deslizaron para ver la luz, ni la mami pujó, sino que como un parral de uvas fueron cosechados para el mundo de manera exitosa.De un envión la familia Lara Velásquez subió de tres a siete.Y, de un envión yo comprendí la diferencia de contar con atención de salud adecuada, completa y oportuna, porque la otra, a la que accede la mayoría del pueblo, a veces… te deja morir, te fija cita con el doctorcito para cuando “haya campo” y más bien te manda a transitar los pasillos del dolor para que por si hay suerte y al final “alguien” y “mientras tanto” te alivie, primero y por si acaso, solo si estás asegurado.*Periodista