Te voy a pedir que hagas un ejercicio de memoria: recuerda una vez en la que tus padres te gritaron enfadados, ¿cómo te sentiste?, ¿cómo te sientes ahora al recordarlo? Seguramente la sensación que te recorre no sea en absoluto agradable y es que los gritos duelen, y mucho. Un grito se queda como una cicatriz emocional que cuesta mucho olvidar qué la causó.
Los niños aprenden casi todo a través del ejemplo de los padres puesto que son su máximo referente en cuanto a la educación emocional y psico afectiva. Si como madre o padre gritas, es seguro que tus hijos a medida que crezcan también gritarán.
Los gritos y el respeto
Si quieres que tus hijos te respeten deberás respetarles tú primero. Respetar su autonomía, respetar sus gustos y su personalidad, respetar su pensamiento, respetar su espacio personal y sus deseos, respetar su crecimiento, respetarle en todo y entonces ellos también te respetarán a ti.
El respeto se gana con el buen ejemplo, nunca se ganará a través del miedo o de los castigos indiscriminados. El respeto jamás debe ser sinónimo de que los niños teman a sus progenitores.
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Los gritos duelen en lo más profundo de los pequeños, crean ansiedad y nervios. Los gritos hará que tus hijos te tengan miedo o todo lo contrario, dejen de respetarte. Sea cuál sea la consecuencia de gritar nunca será algo bueno.
Gritar a tus hijos hará que su autoestima quede lastimada por mucho tiempo e incluso para siempre si no se trabaja adecuadamente. Los gritos continuados son una forma de maltrato psicológico y generan niños inseguros y con resentimiento.
Por qué no se debe gritar a los hijos
Hablar suavemente hará que los niños reciban mejor el mensaje, no es necesario gritar en una situación conflictiva. Con un tono de voz serio y firme, y unas consecuencias adecuadas a la edad del niño y al conflicto ocurrido, es más que suficiente.
A continuación te daré motivos de peso para que te pienses dos veces las cosas antes de gritar de nuevo a tus hijos:
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Si hablas calmado estarás favoreciendo un clima de escucha y cambio de actitud.
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Si gritas estarás aumentando el conflicto y la agresividad, algo que aprenderá tu hijo. Debes ayudar a que tu hijo se calme, no enfadarte como él. Tú tienes estrategias para buscar la calma y debes guiar a tu hijo para conseguirlo.
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Los gritos causan miedo, pero jamás respeto. De pequeños podrán obedecer por miedo pero cuando crezcan se acentuarán las actitudes rebeldes y desafiantes.
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Los gritos debilitan la autoestima de los pequeños, hay que fortalecer su autoestima con un diálogo adecuado.
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Cuando alguien grita está demostrando una pérdida del control sobre sí mismo. Si no les gritas tus hijos verán como tienes control sobre ti y lo que te rodea.
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Si quieres que tu hijo tenga respeto por el entorno y las personas y pueda desarrollarse adecuadamente en sociedad, deberás enseñarle a no gritar y a dialogar.
Fuente: www.imujer.com