La tendencia actual de las parejas bolivianas es concebir menos hijos que antes, según un análisis antropológico. Esta situación, a largo plazo, podría conducir a que el país se asemeje a Alemania, donde la población adulta abunda. En Bolivia hay como promedio nueve personas por cada kilómetro cuadrado, mientras que otras naciones de Sudamérica tienen el doble; pese a estas estadísticas, expertos dicen que en el país hay más gente de la debida.
Tasa de natalidad bajó en 50 por ciento en últimos 40 años
Por: Dayana Flores, OPINIÓN, Cochabamba
En los años sesenta era común que las madres bolivianas conciban por lo menos seis hijos e incluso algunas, con facilidad, duplicaban esta cifra. Sin embargo, en la actualidad esta cantidad se redujo a la mitad. La mayoría tiene como promedio solo tres descendientes.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) corroboran esta situación. Y es que la tasa de fertilidad en 1960 era de 6.7 hijos por cada mujer, pero desde esa época el indicador no ha hecho más que caer.
Las consecuencias de esta reducción en el número de descendientes que dejan las familias bolivianas se evidenciarán en un futuro no muy lejano, según el antropólogo y docente de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), José Antonio Rocha.
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Si la tendencia a concebir menos hijos crece, Bolivia podría asemejarse a la Alemania de la actualidad, acota Rocha.
Durante sus estudios en ese país, allá por los años ochenta, Rocha fue testigo del descenso del nivel de natalidad a 0 por ciento . Evidentemente, algunos alemanes tenían uno o dos hijos como máximo, pero estadísticamente el promedio en ese país era cero.
El efecto de este comportamiento de la población se siente ahora, pues la gente que vive ahí es catalogada como la más vieja de Europa, la mayoría tiene más de 45 años.
Pero ¿cómo llegó Alemania hasta estos niveles? Hace unos años, la población alemana, según Rocha, estaba enfocada en el progreso personal.
Es decir, allá por 1980 empezó a afianzarse el ideal de mujer profesional, sin hijos, independiente económicamente, entre otras características.
Esto, sumado a un enfriamiento de las relaciones familiares, desencadenó en la reducción de la tasa de natalidad.
Rocha considera que Bolivia no está lejos de afrontar un panorama similar, por lo segundo más que todo.
CRIANDERAS FAMILIARES
Las mujeres bolivianas tenían varios hijos porque siempre había un abuelo, abuela, tío o cualquier otro familiar que estaba dispuesto a cuidar de los pequeños mientras la progenitora salía a cumplir sus responsabilidades.
En cambio ahora, Rocha dice que las relaciones familiares ya no están presentes en la cotidianidad. “Cada mujer tiene que batirse por sí misma, entonces esto le hace reflexionar sobre cuántos hijos va a tener”, agrega.
Éste es el justificativo que manejan algunas mujeres que solo quieren “uno o a lo mucho dos hijos”. Pero otras tienen motivos más personales, tal es el caso de Karen Navarro, una joven de 27 años, contadora de profesión.
“Quiero viajar, disfrutar de mi profesión y juventud. No quiero hijos porque con ellos no voy a poder cumplir lo que quiero”, dice Navarro.
Este punto de vista es compartido por varias muchachas occidentales. Por ejemplo, gran parte de las parejas europeas que Rocha conoció, le confesaron que solo deseaban un hijo y que lo tendrían cuando estuviesen bordeando los 35 años.
Antes de cumplir esa edad, su ambición principal era recorrer el mundo.
Por tanto, el desarrollo personal fue en Alemania y otros países europeos lo que está empezando a ser hoy en Bolivia: una prioridad para los jóvenes.
SEÑAL DE GRACIA
En comparación con la noción actual que guía a gran parte de la población boliviana, antiguamente se creía que mientras más hijos había en una familia, más bendecida estaba por la Pachamama.
Rocha indica que para las familias agrarias, predominantes hace varias décadas, los hijos en abundancia eran bienvenidos porque aportaban a las actividades agrícolas de la familia.
Es decir, cada hijo significaba más mano de obra para el chaco familiar.
En el marco de este contexto, los padres apreciaban mucho a los descendientes varones porque, a diferencia de las mujeres, ellos podían hacer más esfuerzo físico.
Por su parte, aquella mujer que paría a más de una decena de hijos también era bien vista, en contraposición a la infértil que era “una incompleta” para la sociedad andina, según Rocha.
ACTUALIDAD
Esta concepción de la antigua sociedad boliviana está siendo desbancada por el proceso de transformación y modernización que vive el país.
Pese a que la disminución de la tasa de natalidad en Bolivia no es tan visible como en Europa o Estados Unidos, Rocha recomienda a las autoridades que adopten políticas públicas respecto a la situación demográfica del país, sin que esto quiera decir que se controle el número de hijos tanto como se lo hace ahora en China.
Bolivia no está preparada para ser habitada por más gente
En el país hay como promedio nueve personas por cada kilómetro cuadrado, mientras que otras naciones de Sudamérica tienen el doble. Pese a estas estadísticas, expertos dicen que en Bolivia hay más gente de la debida.
Bolivia no está, por el momento, preparada para ser habitada por más gente, pese a que su densidad demográfica es una de las más bajas de Latinoamérica: nueve personas por cada kilómetro cuadro (km2), en contraposición a -por ejemplo- Brasil que tiene 23 por km2.
Es más, el investigador del Centro de Estudios de Población (CEP) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Jorge Miguel Veizaga, considera que actualmente en el país hay un exceso de bolivianos.
Es decir, el número de habitantes está por encima de la cantidad de tierra realmente productiva.
“En Bolivia no hay tanta tierra que puede producir y sostener a la población como pensamos”, advierte Veizaga.
Y es que, de un tiempo a esta parte el 60 por ciento de los suelos bolivianos está desertificado, según un informe del Programa de Lucha Contra la Desertificación y Mitigación de la Sequía en Bolivia, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA).
Esto significa que ciertos territorios del país están degradados y su recuperación es casi irreversible.
Por tanto, la productividad de alimentos puede reducir y posteriormente habría desabastecimiento para la población actual. Esta situación sería aún más grave si, por ejemplo, el número de habitantes fuera mayor al que actualmente hay en el país, es decir más de 10 millones.
Algunos factores que ocasionaron el debilitamiento de la tierra son la escasez de agua, migración de las personas a territorios frágiles, sobrepastoreo, siembras agrícolas sin manejo sostenible, entre otros.
Un ejemplo de suelos predispuestos a estas condiciones está en el trópico o en la Amazonia, que esconden detrás de su fertilidad una gran fragilidad.
Estudios a los que accedió Veizaga dan cuenta de que estos suelos son fructíferos durante unos años, pero con el tiempo se vuelven infértiles.
A esto se suma la existencia de muchos territorios bolivianos que son de difícil acceso e inútiles en términos de agricultura, lo cual coadyuva a que el suelo nacional sea insuficiente para la población.
En base a estas teorías, definitivamente el investigador considera que la densidad demográfica de Bolivia supera a su verdadera capacidad territorial.
¿PROHIBICIÓN DE HIJOS?
«Que se prohíba tener varios hijos». Esta fue la solución que una madre de dos hijos, María Cáceres, planteó respecto a la aparente «superpoblación» que hay en Bolivia. «No ve cómo hasta en el Parque Tunari ya hay gente asentada, eso es porque ya no hay territorio disponible. Si somos más, vamos a acabar con las áreas verdes como pasa en los países desarrollados», observa Cáceres.
Al respecto, Veizaga considera que esta respuesta es por demás radical, pues no basta con prohibir o regular la concepción de hijos en Bolivia, sino es necesario impulsar los programas de planificación familiar y, de forma paralela a ello, organizar la producción agrícola.
Respecto a lo primero, según datos del último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el país hay más de 37 mil mujeres que concibieron a sus hijos entre el período de la adolescencia y la juventud.
La mayor parte de estas jovencitas de entre 15 y 18 años, por no decir todas, se embarazaron por descuido.
Según el psicólogo Marco Antonio Tapia, la “irresponsabilidad” de este sector poblacional hace que, por un lado, los niños no tengan la calidad de vida que merecen. Por otro lado, el incremento de población sin planificación determina que cada individuo busque mejores condiciones de habitabilidad en desmedro de los recursos naturales y áreas verdes del país.
Explica que la concepción de hijos sin previa planificación es un tema que azota a gran parte del mundo, es por eso que una de las prioridades de los Estados que verdaderamente buscan el desarrollo debe ser asumir políticas al respecto.
Acota que la economía de un país está de cierto modo relacionada con este tema, pues una madre joven habitualmente abandona la escuela, tiene menor productividad en el trabajo, generalmente su mano de obra no es especializada.
Sucede todo lo contrario si hay planificación familiar.
AGRICULTURA
Sobre lo segundo, la organización de la producción agrícola, Veizaga recomienda al Gobierno que desarrolle verdaderos proyectos que permitan a los agricultores planificar sus siembras.
Por ejemplo, hay temporadas en las que la producción de papa excede y los vegetales escasean, producto de ello el precio de uno sube y de otros cae.
Según Veizaga, si se organizaría el sector agrícola, la situación sería otra.
SOLUCIÓN
De momento, los expertos dicen que Bolivia no es apta para tener más gente, sin embargo más allá de “si somos muchos o somos pocos, eso es lo de menos. Lo que realmente importa es cómo nos organizamos”.
Veizaga dice que hay países más poblados que Bolivia y que están muy bien, tal es el caso de Holanda (más de 16 millones de personas), pero también hay zonas que son conflictivas como la Franja de Gaza (más de un millón de personas en no más de 400 Km2). Por tanto, todo pasa por cómo se planifica la vida.