Diplomacia, discursos y disonancias


Ericka Brockmann QuirogaERIKASin ser experta en temas internacionales, parto reconociendo que la retórica “diplomáticamente correcta” y la mesura del canciller, David Choquehuanca, al sostener que “las relaciones de Bolivia con el mundo no son a nivel ideológico” (Página Siete, 23/11/14), contrastan con el contenido y elocuencia discursiva del presidente, del vicepresidente y de algunos legisladores oficialistas, quienes, de ‘yapa’, se suman al coro de voces ‘altidisonantes’ que aquí me ocupan.Según el vicepresidente, Bolivia debería reforzar la ALBA y hacer de la región un Estado continente (La Razón, 06/10/14). La ALBA, mecanismo de integración, hoy desdibujado, no tiene el músculo para encarar tan ambicioso desafío altamente ideologizado. Simultáneamente, con relación al estado de las relaciones con EEUU, señaló que “la mano –de Bolivia– está extendida con respeto, con sencillez, pero siempre con firmeza en la defensa de nuestra soberanía”, declaración a la que siguió una gentil respuesta en sentido de que los “respetos sean mutuos”.A pocas horas, Evo Morales lanzó un misil verbal que no pasaría inadvertido. Al calor de la victoria electoral reiteró (La Tercera, 14/10/14), en tono de reproche, que “los presidentes de la Alianza del Pacífico son lacayos del imperialismo” y que, pese a asumirse socialistas, “eran unos capitalistas”. Y cerró la entrevista con el infaltable “Bolivia persistirá en la demanda irrenunciable de retorno al mar con soberanía”.En otros espacios, el oficialismo enarbola su relación amistosa con los pueblos como si fuesen distintos y hasta opuestos a sus respectivos gobiernos y jefes de Estado, argumento que justificaría la ocasional adjetivación inconveniente dirigida a estos últimos.A la luz de este juego discursivo “algo esquizoide”, las vocerías en el Estado Plurinacional son plurivalentes y no siempre diplomáticas, sui géneris característica que, presumo, deja al canciller en situación incómoda. Sobran razones para preocuparse.Y es que, en esta materia, a las palabras no se las lleva el viento, dejan huellas, ofenden e indisponen; sumando el riesgo de que, a nombre del principio de reciprocidad y en temas altamente sensibles para Bolivia, nos devuelvan gentilezas y lo hagan con el mismo talante: respetuosa y sencillamente.El Deber – Santa Cruz