Christian A. Aramayo ArceDesde el pasado lunes primero de diciembre se está llevando adelante uno de los eventos más importantes a escala global para tratar el tema del Cambio Climático, hablo de la COP 20 en Lima, Perú.En relación a este tema las señales estatales y privadas son esperanzadoras: el mercado desde los precios del barril de petróleo (Feldstein) al igual que eventos multilaterales como la misma COP 20 indican que existe voluntad y que quizás nos hace falta mayor coordinación y difusión; los estados que coordinan entre sí ya comenzaron con acuerdos importantes en el marco de su soberanía como entre los países de la Unión Europea, o acuerdos entre la misma China con EEUU, cabe mencionar que el cambio climático fue tema de agenda de las reuniones del G20 y las nuevas Metas de Desarrollo Sostenible que serán aprobadas en 2015 son un esfuerzo de mejorar y profundizar los Objetivos del Milenio, mientras que a nivel local existe gran diversidad de iniciativas privadas que trabajan en la prevención, adaptación y mitigación de y a los efectos de cambio climático. Definitivamente, hoy a la hora de hablar de desarrollo, ya no se puede obviar al medio ambiente.Las negociaciones no son de hace pocos días ni de hace un par de meses, comenzaron hace años y los resultados concretos si bien no los veremos en la COP 20, desde hace un tiempo atrás París (en la COP 21 a llevarse a cabo en 2015) promete ser la sede de uno de los acuerdos más importantes para el futuro de la humanidad, hoy Perú nos brinda la antesala.Esperemos que entre los países cuyas posiciones usualmente son extremistas, haya primado la voluntad para llegar a un acuerdo mundial; es muy importante que la solución venga desde consideraciones y aportes voluntarios, tanto desde la perspectiva de la soberanía de los países, como desde los incentivos privados. Negar los efectos (positivos y negativos) del cambio climático implicaría un acto de perversa omisión: con estos esfuerzos no hablamos únicamente del nivel de ingreso de determinados sectores, sino de la permanencia pacífica de los seres humanos sobre el único planeta en el que tenemos la posibilidad de habitar.