La difícil tarea de romper círculos viciosos


Maggy Talaveraint-48357Cada víspera de fin de año se repiten los mismos rituales y pensamientos. No importa en qué lugar vivamos, ni cuáles sean nuestros intereses. Hay una correría por preparar la celebración del nuevo año que se avecina y, casi a la par, otra que sucede en nuestra cabeza, marcada por una especie de balance entre lo que fue el año que se va y lo que deseamos nos depare el que está por iniciarse. Pero casi siempre sucede lo mismo: los ruidos del festejo copan todo y aplacan el balance y las reflexiones siempre necesarias.Digo esto hoy ante una coincidencia que parece estar tomándonos desprevenidas. Es la convergencia de dos hechos que marcarán 2015 (y más aún): el inicio del nuevo año y la definición de candidatos a las elecciones del 29 de marzo, en las que elegiremos autoridades departamentales y locales.Queda claro que también en esta coyuntura se impone la parafernalia de los fuegos artificiales, antes que la necesaria reflexión sobre decisiones fundamentales, como es la de elegir autoridades y legisladores.La improvisación de las candidaturas así lo comprueba. El plazo para registrar fórmulas partidarias venció este lunes  y la gran mayoría de partidos o frentes que disputarán los comicios esperaron hasta el fin de semana para cerrar sus listas de candidatos, con una ansiedad que a cualquiera le dificultaría acertar en el blanco.El resultado ya se ve en las listas oficializadas ante el Tribunal Electoral, en las que se puede encontrar toda clase de mezclas hechas más al azar, que midiendo vocación de servicio o coherencia.Esa definición política es sólo una parte de uno de los hechos que serán centrales en la vida de los bolivianos el año próximo y los subsiguientes. La otra parte será definida el mismo 29 de marzo, cuando los millones de personas habilitadas acudamos a las urnas para dirimir las elecciones. ¿Lo haremos otra vez como si fuera la víspera de un jolgorio colectivo, en la que pueden más los fuegos artificiales que la necesaria reflexión sobre a quiénes elegiremos y ¿por qué? o ¿para qué?Lanzo la pregunta convencida de que es urgente pensar en ello, para ver si es posible revertir la tendencia que ha marcado todo proceso electoral en Bolivia en las últimas décadas, en el que cada votación ha sido precedida por olas de descontentos –unos tenues, otros explosivos- provocadas por sectores sociales que cargan tintas y se van con todo contra las autoridades elegidas. Es como si los electores no tuvieran ninguna responsabilidad en lo que sucede después de la votación. Y ya se sabe que no es así.Quienes elegimos somos también responsables de lo que sucede luego que asume un nuevo gobierno, o reelegimos a algún otro. Es nuestro voto lo que les permite a otros llegar al poder y gobernar.De nosotros depende también que lo hagan con corrección o discrecionalmente. Ya deberíamos saberlo. Aunque creo que sí lo sabemos, sólo que no nos conviene admitirlo porque ello implicaría asumir parte de la responsabilidad de sus actos, y esto es algo que nos resulta incómodo, sobre todo ante gobernantes que abusan del poder concedido a nivel central, departamental y municipal.Romper ese círculo vicioso debería ser una de las metas a cumplir en 2015. No digo que sea la única vital en el año que se inicia, ya que hay más, tan importantes, como la planteada aquí en el campo político. Pero cada año me convenzo más de que no habrá cambio posible, ni mejor sociedad, ni un mundo más justo, si ese cambio no pasa antes por el personal. Y menos aún si éste no está planteado desde la visión ciudadana, y no apenas individual. La aspiración debería ser la de ser y ejercer una ciudadanía plena.Ojalá encontremos el camino para llegar a esa ciudadanía plena, la única capaz de dar a cada una y a todas las personas la garantía de una vida digna. Seguro que nos la merecemos, así que no esperemos que otros nos las concedan: conquistémosla, y que sea a partir del nuevo año que se inicia.Página Siete – La Paz