Los signos de la opresión


Carlos G. MaldonadonuEl rechazo del primer mandatario a las observaciones y recomendaciones señaladas por el grupo de trabajo (EPU) dependiente del Consejo de las NNUU para nuestro país, como resultado de las conclusiones elaboradas por aquella institución ante el informe elevado por el Estado plurinacional correspondiente a cuatro años en materia de DDHH en nuestro país, sorprende a la comunidad, por su arrogancia, al acusar a países integrantes de aquel instituto de “masacradores, carentes de autoridad y moral”. Así como en ocasión de dirigirse a la VI cumbre de países de la Alianza del Pacífico, al acusar de “lacayos del imperialismo”, o señalar la supuesta injerencia de la Iglesia Católica, expresando rechazo a obispos de nacionalidad extranjera.Recordemos que el Examen Periódico Universal (EPU) es una institución a la cual los Estados miembros se someten voluntariamente a esa revisión en materia de DDHH cada cuatro años. Ese organismo, dicho sea de paso, ha acogido a nuestro país como parte del mismo Consejo durante el periodo 2007-2010.Bolivia con toda honra y distinción fue elegida para ocupar uno de los tres espacios vacantes para Latinoamérica y el Caribe, siendo congratulada además por la ONU al reconocer que la experiencia boliviana sería útil para todos, inclusive para el periodo del 2015 al 2017 en su búsqueda de aplicación de nuevas estrategias; etapa en la que los derechos humanos, según esta institución, “están siendo desafiados de manera dramática en varias regiones de nuestro planeta”.A su turno, Israel recomendó a través de la EPU “revocar o modificar normas legales que en Bolivia limitan los derechos de las personas en base a su orientación sexual e identidad de género”. EEUU pidió reconocer que los medios de comunicación libres e independientes en Bolivia son indispensables para el ejercicio de la democracia y que por ello se debía “permitir a periodistas y medios operar sin miedo”. México hizo alusión al trabajo infantil; Croacia y Eslovaquia a la retardación de justicia e independencia judicial en nuestro país.Todo lo señalado es amplia y abundantemente reconocido por nuestra comunidad, lacras a las cuales hoy pretendemos eliminar.Pero qué difícil se ha vuelto para el Gobierno de turno desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar equivocaciones, cuando en realidad hacerlo sería una señal de sabiduría en esta etapa que comienza y evitar incurrir en exabruptos como el presente.Se hace evidente que perpetuarse en el poder (ya inscrito en la sabiduría griega) inevitablemente conduce a los gobiernos a un aumento gradual de la degradación, la soberbia y la corrupción. En nuestro caso la llegada democrática al poder, más allá de que la elección haya sido transparente o no, vemos que no invalida el desarrollo de una tiranía incipiente.La conducta señalada nos lleva hoy a experimentar una suerte de aislamiento e “incomunicación”, al no admitir que Bolivia se constituye en parte de la coexistencia internacional. Felipe Tredinnik Abasto, compatriota nuestro, experto en derecho internacional, afirmaba que Bolivia es el centro en que convergen las vinculaciones internacionales, influyendo definitivamente en sus relaciones. Aconsejaba a nuestros gobiernos la formación de la llamada “conciencia internacional” como parte de nuestra formación cívica y pedagógica.Deplorablemente, la relación con países e instituciones extranjeras neutrales se hace despreciativa y arrogante. Nuestro Gobierno sólo escucha lo que quiere oír, pero “Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto”, sentencia el poeta Khajil Gibrán. No obstante, afloran indicios de opresión.El Diario – La Paz