Como pasó en Moscú en la Plaza Roja, emblemática del bolchevismo, no sería nada raro que en los próximos años veamos erigirse el logo de McDonalds frente a la explanada de la Plaza de la Revolución en La Habana, no muy lejos del gigantesco retrato del Che Guevara (la «chemac» podría ser el plato de la casa).Sería el símbolo de un proceso en el que Cuba se ha embarcado con su todavía timorato y contradictorio proceso de reformas económicas, pero sobre todo a partir del deshielo de las relaciones bilaterales con Estados Unidos.Es innegable que el capitalismo ha comenzado a desembarcar en la isla caribeña y que los mismos pobladores buscan afanosamente impulsar algunos rudimentos de actividades de mercado.No será aún, claro está, un capitalismo liberal, ni mucho menos debe caerse en la ingenuidad de creer que esto traerá automáticamente la democratización en tierras cubanas.El régimen prepara más bien una suerte de neo-castrismo, más autoritario que totalitario, y más basado en el capitalismo de Estado que en el obsoleto modelo socialista.Pero la apertura económica puede desplegar a mediano plazo vientos de apertura política no deseados por la nomenklatura. Algo parecido sucedió en la última década del franquismo, cuando el estatismo falangista fue sustituido por la liberalización de la economía, lo que sentó bases firmes para la posterior transición ordenada a la democracia…[email protected]