Ingrid WichtendahlLa elección de octubre pasado demostró con nitidez que la sociedad boliviana está atrapada en la precariedad de su primitiva cultura política, donde el caudillo dominante hace prevalecer el ‘voto consigna’ de las mayorías de connacionales que sobreviven en el círculo vicioso de su pobreza material e intelectual, al que fueron marginados por los sucesivos gobiernos de este país. Unos más que otros han domesticado al votante boliviano a la medida de sus ansias de dominación resultando una sociedad acrítica donde más del 60% de su gente cree en la divinidad de la coca y el 80% está convencida que los gobiernos son meras fuentes de ‘pegas’ para los partidarios del régimen, así como la mejor manera de hacer dinero, con total abstracción de los ideales de superación de la humanidad y los principios y valores que rigen la vida democrática de los pueblos.De igual manera la sociedad cruceña está anclada en el pasado al ser rehén de esa forma degradada de entender y hacer política, que le impide saber que la política no es sinónimo de poder, sino que ésta implica el más alto grado de altruismo. Que es el arte y la ciencia de la convivencia humana. Que es la posibilidad de construir una ciudad donde lo material vaya a la par que los valores que permiten al ciudadano identificarse, preservar y proyectar su genio al futuro a través de la evolución de las generaciones, su tradición, su cultura, su linaje histórico y sentido de pertenencia.Hoy en puertas de las elecciones municipales es un momento crucial para enfrentar el tema político que es el principal problema irresuelto de Santa Cruz de la Sierra. ¿Cómo hacerlo? Pues con la misma estrategia política ideada por el talento creativo de la brillante generación de cruceños que a mediados del siglo pasado decidió salirse del molde centralista y abrirse paso al progreso creando para el efecto dos comités, el de Obras Públicas y el Pro Santa Cruz. Ambos entes serían los pilares fundamentales del desarrollo económico del Santa Cruz de hoy.Fortalecidos por la visión positiva de nuestra historia e identidad y desprovistos de ambiciones personales conviene hacer inventario de los errores cometidos y de los problemas irresueltos para corregirlos y resolverlos creando el tercer comité que hoy precisa Santa Cruz de la Sierra, un comité político pro ciudadano, auto convocado por ciudadanos notables, por su probidad, capacidad intelectual y vocación de servicio. Este tercer comité debe ser el instrumento catalizador del desarrollo político de nuestra ciudad y departamento, para dirigir sin complejos todos los esfuerzos hacia el mejoramiento cualitativo de la cultura política, de la participación ciudadana y del respeto a la ley.El mencionado comité tendría como prioridad convocar a los expertos para hacer el plan de gobierno municipal que necesita la ciudad. Convocar a una nueva generación de cruceños ‘90-100-90’ para seleccionar candidatos a los cargos de alcalde y concejales (noventa puntos en talento, formación y producción intelectual, cien puntos en ética y trayectoria personal y noventa puntos en oratoria y carisma). Así como también abrir libros para la adhesión ciudadana de mecenas y simpatizantes a la causa, que con seguridad seríamos un millón.¿Utopía o posibilidad? Será sólo una utopía para los espíritus acomodaticios, mediocres y conformistas. No lo será para los visionarios que no temen luchar por un ideal superior.