Chauvinismo 2.0


Ilya Fortúnint-55130Las reacciones que causaron los comentarios del Grillo Villegas acerca de la participación boliviana en el Festival de Viña del Mar causaron revuelo, pero, sobre todo, sorpresa por su alucinante magnitud. Nadie imaginó que un simple comentario en  Facebook pudiera desatar una ola tan violenta y una polémica tan interesante como la que se desarrolló en la página de El llokalla, que me inspira a escribir esta columna.Si al autor del comentario y a la mayoría de la gente, que todavía goza de alguna cordura, nos han sorprendido las reacciones, quiere decir que algo ha cambiado a nuestro alrededor; algo serio está pasando en nuestra sociedad y no nos damos cuenta hasta que ocurren estas reacciones que nos dejan atónitos.Siempre nos ha gustado nuestro folklore y siempre hemos estado dispuestos a defender su autenticidad cuando otros han tratado de hacerse los vivos. De igual manera, y por razones más que obvias, siempre hemos tenido tensiones y animadversiones con los chilenos, en esto y en todas las cosas posibles.Pero algo más ha cambiado con sorprendente rapidez y creo que eso no tiene que ver con la tolerancia y con la salud de la libre expresión, argumentos recurrentes en esta polémica. Tampoco estoy de acuerdo con esa enorme cantidad de gente que explica los ataques contra el Grillo, aduciendo que responden a un defecto consuetudinario de los bolivianos: el chauvinismo.Hasta donde sé, el chauvinismo tiene que ver con la engañosa obsesión de pensar que lo que viene de tu país o de tu cultura es siempre lo mejor del mundo. No creo que sea nuestro caso. Los bolivianos, y sobre todo nosotros, las ex élites, hemos sufrido siempre, más bien, de un terrible complejo de inferioridad, que ha sido combustible de nuestra enajenación y alienación.Y si éramos ya chauvinistas en otras manifestaciones de la misma patología, pues entonces ahora hemos alcanzado un chauvinismo versión 2.0, al que yo  leo como el producto de una deliberada política gubernamental.El Gobierno, con todo el rollo de reconstrucción de nuestra identidad, recuperación de la autoestima y la orgullosa reinvención de nuestra mítica historia, nos ha llevado a un nuevo nivel de chauvinismo.Chauvinismo recargado y refrito por el vicepresidente con su liviana teorización del «pesimismo catastrófico versus el optimismo histórico”, que al final no es más que la vieja y conocida fórmula nacionalista, populista, con frecuentes rasgos autoritarios.Los satélites, los teleféricos, los dakares y las centrales nucleares no son desatinos o excesos, sino parte de una estrategia para deformar nuestras expectativas y poder ser manipulados políticamente con mayor facilidad. En este caso concreto, la reacción ha sido inmediata: una millonaria inversión en Cochabamba para un megateatro concebido para imitar y «mejorar” una mierda (pues el Festival de Viña no es otra cosa).Parece, en todo caso, que la fórmula ha funcionado muy bien, y así lo demuestra el renovado chauvinismo con el que se ha canibalizado a uno de nuestros mejores artistas. Lo que no está claro es cómo harán para sostener esa aventura cuando se acabe la plata fácil que financia nuestra nueva megalomanía.Otra de las razones que ha podido generar el explosivo cóctel folklore/neochauvinismo/Viña, es nuestra también nueva posición frente a los chilenos. Las cosas en eso también han cambiado: hoy, como nunca, intuimos que tenemos las de ganar en el juicio en La Haya, y sentimos que estamos unidos, bien encaminados y asistidos por la razón.Creo que en esa atmósfera, hoy se nos hace aún más  difícil  aceptar cualquier traspié relacionado con Chile, aunque sea con una tontera como el veredicto de un jurado en un festival folklórico.Página Siete – La Paz