El ministro de economía Luis Arce Catacora, alias “Superluchín” según los publicistas de su despacho y a quien vemos en la foto en admirativa pose con el dictador venezolano Nicolás Maduro, acaba de arremeter contra los empresarios bolivianos.El funcionario dijo que es “una vergüenza” que la inversión privada nacional no llegue al 10% del PIB, comparándola con la inversión pública del 15%, e incluso responsabilizó al empresariado por la reducción en la previsión de crecimiento de Bolivia para este año, de 5,9% a 5%.La intención es evidente: encontrar un chivo expiatorio para la desaceleración económica que viene con el fin del modelo rentista de la Evonomics, basado en un extractivismo sin innovación tecnológica.La culpa será de los malvados empresarios capitalistas, mientras que la inversión pública será la “gran salvadora” en el ciclo de debacle. Este es el guión gubernamental emergente, con el que además de confundir a la población se busca justificar una nueva oleada de gastos superfluos, que servirán para seguir enriqueciendo a la nueva élite pero dejarán al país enterrado en el agujero negro de una deuda exterior sin precedentes.Habría que recordarle al ministro que la mentada inversión pública de los últimos años no ha sido otra cosa que el resultado rentista de una previa inversión privada en exploración, realizada durante el odiado periodo “neoliberal”.También sería bueno preguntarse por las trabas burocráticas y las decisiones arbitrarias (cupos y prohibiciones de exportación, competencia desleal de empresas estatales con las privadas) que están desincentivando el emprendimiento de los bolivianos…[email protected]