¡Patético!


Carlos Federico Valverde BravoCVB_thumb11111No resultó difícil encontrar un título para este artículo; patético es el término con el que se puede definir el comportamiento del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que se encargó de convertir al máximo órgano de preservación y garantía democrática en un brazo ejecutor del partido de Gobierno.Desde la recuperación de la democracia, tras la huelga de las mujeres mineras, pasando por el descomunal fraude estructurado desde el poder banzerista en el que Juan Pereda fue simplemente un instrumento de ese poder, a fin de que el general pudiera “darse tiempo de elaborar su salida ordenada” e incursionar en la actividad política, el proceso democrático fue perfeccionando sus sistemas, normativos y de control, pasando por varias cortes nacionales electorales hasta lograr ese esfuerzo de la institucionalidad política que entendió que mientras mejor funcione el poder electoral, mejor funcionará la democracia, llegándose finalmente a la elección de las cortes de notables que acercaron los mecanismos de expresión popular a niveles óptimos. Las leyes emanadas desde el Congreso, las determinaciones y resoluciones tomadas por los notables permitieron hacer mejor democracia. Se transitó un largo y buen camino democrático, tuvimos candidatos de todo tipo, presidentes y parlamentos de varias tendencias, procesos de acuerdos, democracia pactada. Muchos de los que recuperamos la democracia creímos superada la posibilidad de una nueva degradación del poder electoral a los niveles a los que ha llegado el actual TSE.Todo lo sostenido es el antecedente que nos trajo al actual estado de cosas, se hizo en el marco de una institucionalidad democrática que sobrevivió a la práctica de los partidos y a las instituciones que torcieron a su gusto la idea primigenia del acuerdo y el pacto de gobernabilidad por una repartija del poder del Estado para sus militantes. Sin embargo, el poder electoral se mantuvo al margen; así llegó Evo al Gobierno, con ese poder electoral. Este Gobierno se encargó de romper la institucionalidad democrática y descabezó una institución electoral para hacer ‘su poder electoral’ y así nos va; enfrentamos una elección sin certidumbre, sin transparencia y sin saber si el voto será respetado, protegido y garantizado.El Deber – Santa Cruz