Mauricio AiraCinco guerras internacionales y otras tantas “guerras civiles” soportó Bolivia desde su nacimiento el 6 de agosto de 1825. Ninguno de los 20 historiadores que nombramos ha dudado de la perdurabilidad de La Patria, desde Arguedas para ordenar por sus apellidos, al potosino Armando Alba, a Bartolomé Arzáns, o al prolífico Barnadas el catalán asentado en Sucre, con más de 75 obras entre sus libros monumentales y sus artículos de muchas páginas, sin duda el mayor estudioso de nuestra historia a Carlos Ponce Sanjinés que además de historiador como antropólogo estudió las ruinas de civilizaciones antiguas que poblaron nuestro territorio junto a Julia Elena Fortún chuquisaqueña de enorme trayectoria cultural, Alberto Crespo, Antonio Diez Villamil, Enrique Finot, y tan sólo tres mujeres además de la Fortún, figuran en el cuadro de historiadoras, Silvia Rivera aymara con inclinaciones anarquistas y feministas y Teresa Quisbert paceña, arquitecta con el mérito de recuperar y restaurar obras de arte de todos los tiempos e incorporarlas al patrimonio cultural de Bolivia.El gran Gabriel René Moreno, Gustavo Adolfo Otero, el beniano José Luis Roca, uno de los fundadores de la Democracia Cristiana, dos veces embajador y con varios títulos a su favor fue de los más defensores de Casimiro Olañeta al que atribuye en la práctica la paternidad de Bolivia, mientras otros autores como Charles Arnade en su Historia Colonial y Moderna trata a Olañeta como personaje oscuro e hipócrita de nuestra historia en quien depositaron su confianza Antonio José de Sucre y Andrés de Santa Cruz. Ninguno que sepamos discutió la existencia de Bolivia, los últimos citados son Jorge Siles Salinas con sus varias obras de historia, bien documentadas y de política, ni Guy Díaz de Guzmán y Néstor Taboada Terán, que últimamente volvió a la actualidad por su entrevista con Salvador Allende que siendo Presidente de Chile, alentó nuestras esperanzas de retorno al mar.Así la Patria es eterna, si bien cercenada sucesivamente por nuestros alevosos vecinos Chile, Brasil, Argentina, Perú y Paraguay que nos despojaron de inmensos territorios al punto que ha quedado reducido a una tercera parte de su territorio geográfico original de agosto de 1825. Nace y no muere, puede ser afectada como ocurrió con la nuestra en sus límites naturales, aunque permanece indisoluble, es longeva y ha transitado por un amplio abanico de ideologías y tendencias, de experimentos de las derechas y de las izquierdas volviendo siempre a su cauce normal de una perpetuidad que mantiene a sol y a sombra, a fuerza del amor de sus hijos y de su lealtad.Ahora mismo ante la proximidad de unas elecciones parciales muy entreveradas, la Patria muestra su continuación y nos asiste la convicción que saldrá fortalecida al reencontrar los auténticos cauces democráticos de su crecimiento y grandeza porque su destino es perenne. El abanico de males que se han cernido en su límpido cielo pasando por todos los colores incluyendo el llamado “socialismo científico” está pudiendo obrar en contra de su perdurabilidad, ya que Marx y Engels para nuestra fortuna están siendo desmentidos por la muerte de Chávez y la reconversión de Cuba, lo que barrerá los nubarrones que han estado nublando la atmósfera de Libertad que es nuestro Norte Eterno.