Arturo Yañez CortesEl domingo, l@s bolivian@s concurrimos a las elecciones subnacionales. Un@s convencid@s que ejercían su sagrado derecho a votar; otr@s porque no les quedó alternativa para evitarse multas; algun@s para apoyar al candidat@ de su preferencia, sea para mantener la pega, tratar de conseguirla u otros motivos, etc. Pero…disculpen formular estas preguntitas después de la “fiesta electoral”, pero a la vista de los últimos acontecimientos, propongo cuestionar (nos): ¿Qué significa elegir? ¿Qué son las elecciones?Para el diccionario en línea de la RAE, elegir es: “Escoger, preferir a alguien o algo para un fin. Nombrar por elección para un cargo o dignidad”. Sobre la segunda, la más elemental de las fuentes enseña que en política “es un proceso de toma de decisiones en donde los electores eligen con su voto entre una pluralidad de candidatos para ocupar los cargos políticos en una democracia representativa”. Por si fuera poco, precisa que sólo existen elecciones libres cuando el voto se emite en circunstancias de libertad, es decir sin coacciones y no se adultera su sentido (fraude); además, se debe permitir el acceso de tod@s l@s ciudadan@s (no sólo como electores sino también como candidat@s, por si acaso) en condiciones de igualdad. Finalmente, para que haya fair play electoral y no se le meta nomás, las cortes o tribunales electorales, además de administrar el proceso, deben hacer simple y llanamente de eso: de jueces (cae de maduro entonces, que deben ser independientes, para así proceder imparcialmente, peor ante la procelosa marea de intereses contrapuestos en liza).Entonces: ¿Será que ayer l@s electores hemos elegido? ¿O sólo hemos votado? Me temo que lo último, o por lo menos, que no se eligió en todos los casos. Veamos: el primer elemento es que hasta esta altura del partido, habría que ser muy pero muy ingenuo (para no usar otra palabrita…) para sostener que el “tribunal” supremo electoral y sus departamentales son independientes del partido de gobierno y, por tanto, proceden imparcialmente garantizando el fair play electoral. Me ahorro espacio –siempre escaso en esta columna– para repetir todos los argumentos que son de conocimiento general que prueban lo sostenido, incluyendo su ineptitud técnica y su vergonzosa ceguera y sordera para advertir –imposible para ellos, sancionar– el uso de recursos estatales (avión, inmuebles, funcionarios, etc.) en la campaña del oficialismo.¿Será que l@s electores no fueron coaccionados para votar por los candidatos del gobierno? Lo dudo, bastando considerar las reiteradas amenazas de segregación de fondos estatales contra quienes no voten por el oficialismo y la payasada de fusilamiento de los díscolos.¿Participaron todos en condiciones de igualdad? La respuesta es un rotundo no. Y no sólo a partir del uso –asquerosamente tolerado– de los recursos públicos versus los particulares en las barbas del “tribunal”, que ni siquiera les sacó la lengua –a sus mandantes, aclaro– sino por la grosera expulsión –antes del partido– de varios candidatos opositores que, vaya casualidad, les llevaban la delantera en las encuestas, pasándose por el forro los derechos políticos no sólo de los expulsados (más de 228 candidat@s), sino de quienes votarían por ellos, así como el derecho al recurso efectivo (la CIDH ya tomó cartas, por fin, en el asunto) y hasta un juez hizo el papelón de admitir un amparo y luego “ser arrepentido”. A esos efectos, cabrá entonces con Rosa Diez recordar que entre otras: «La democracia no es garantizar el derecho a votar, sino garantizar el derecho a elegir.» Y eso sólo se hace entre distintas alternativas, mejor si son lo más distintas entre sí, puesto que de lo contrario, cumpliríamos con lo que Stalin sostuvo: «Basta con que el pueblo sepa que hubo una elección, los que emiten los votos no deciden nada; los que cuentan los votos lo deciden todo”. ¿Así habrá ocurrido…?Correo del Sur – Sucre