Ernesto Samper aleja a UNASUR de la democracia representativa


Emilio J. Cárdenas*EMILIO-CARDENAS-GRANDESin que nadie lo haya facultado, ni autorizado para ello, de pronto Samper ha emitido un “pronunciamiento” interpretativo insólito: “UNASUR defiende el concepto de democracia participativa”, condición que -explica el mismo Samper sin que le tiemble un músculo de la cara- la diferencia esencialmente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que, en cambio, está inspirada por la noción tradicional de la “democracia representativa”. Basta leer el listado de “atribuciones” del Secretario General en el Artículo 10 del Tratado Constitutivo de UNASUR para confirmar que Samper no tiene poderes para interpretar ese Tratado.Para desasnarnos, Samper, que quizás nos supone tontos, nos dice que eso significa que UNASUR no sólo se dedica a preservar los poderes institucionales, sino a preservar asimismo “la estabilidad  social” (noción lo suficientemente poco clara como para edificar sobre ella toda suerte de engaños y maniobras) y a “garantizar la plena vigencia de los derechos humanos”, lo que hasta ahora UNASUR no ha hecho.Estas insólitas declaraciones de Samper, que parecen inocuas, pueden bien ser el comienzo de una larga lucha ideológica entre los países de nuestra región. Para UNASUR y Samper, la tradicional definición de democracia no es una bandera a defender. Ni un evangelio que predicar. Mucho menos, un dogma que defender. Existe -nos aclara- “otra” definición. Distinta, fluida, opaca, poco clara, maleable a voluntad. La que Samper pone, de pronto, sobre la mesa. Donde es posible no defender, de pronto, las instituciones de la democracia, si UNASUR cree -por ejemplo- que la “estabilidad social” exige -de pronto- no hacerlo.Increíble, pero es lo que aparentemente nos está anunciando Ernesto Samper, cual inesperado y auto-designado Mesías. Con esos criterios, “flexibles”, hay espacio para que las conductas de UNASUR sean también “flexibles”. Inexplicables, como hasta ahora. Y la democracia no sea defendida.Lo grave es que los bolivarianos, que proponen en más que se “escuche” tan sólo la presunta “voz del pueblo”, son especialistas avanzados y consumados en el moderno arte de manipular sin pausa a la opinión pública y en definir -a su gusto y paladar- el contenido mismo de la “voz del pueblo”. Lo que supone una estafa ideológica monumental. Esa “voz” podría requerir la defensa de la “estabilidad social”, manipulada a control remoto por cualquier autoritario.Aunque esto se haga siempre realmente de espaldas del pueblo, utilizando al efecto los enormes “multi-medios públicos”-monopólicos- de los que los bolivarianos disponen abundantemente, en remplazo de la libertad de opinión y de la libertad de prensa, a la que rápidamente destierran.Con ellos predican, sin cesar, el “discurso único” bolivariano. El marxista. Atruenan, más bien. Disimulan los errores del gobierno y aplauden constantemente a quienes detentan el poder. Como verdaderas “máquinas de hacer ruido”, ponderando y exagerando las consecuencias de las acciones propias y denostando a todos quienes piensan distinto, actuando siempre abiertamente “a favor” del gobierno “bolivariano”. Pagando, además, el costo de esta fea estrategia con los dineros de todos.Ese “ruido” monótono es el fabricado en los laboratorios de la izquierda radical, que en más se disfrazará (nos adelanta -sin decirlo- el aludido Samper) de la “voz del pueblo” y en razón de esto los gobiernos de ese signo le pasarán por encima -cuantas veces crean necesario- a las instituciones centrales de la democracia. Y a sus valores.Cabe recordar que en la Argentina, según acaba de señalar la incansable “Fundación LED”, el gobierno kirchnerista gasta más de cinco millones de dólares diarios (incluyendo sábados, domingos y feriados) en cantarse loas a sí mismo y en despotricar constantemente contra la oposición. Permanentemente.En las campañas electorales y fuera de ellas. Siempre. Cual máquina imparable, a veces ensordecedora y otras veces adormecedora, según convenga.Las declaraciones a las que aludimos escuchadas de la boca de Samper, cuidado, no son inocuas. Ni casuales.Explican por qué UNASUR no sale en defensa del groseramente avasallado pueblo venezolano. Mintiendo respecto de su vocación de defender los derechos humanos, que -en los hechos- UNASUR tiene “cajoneada”.Porque cree que la presunta “voz del pueblo” no le reclama esa conducta. Especialmente cuando, como sucede en Venezuela, unos de sus patrones reales, en este caso el gobierno de Nicolás Maduro, está ciertamente “más allá” de la defensa de los derechos humanos, y se dedica a violarlos a su gusto y paladar, con la excusa simple de que lo hace porque está tratando de “preservar la estabilidad social”, por encima de todos y de todo.Peligrosísimo anuncio, que no se puede dejar pasar por alto, como si no hubiera sido hecho. Por eso este alerta dirigido a todos por igual: el fraude que ya se está perpetrando desde UNASUR se ha puesto ideológicamente en marcha.En un nuevo profeta político regional, entonces.*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones UnidasEl Diario Exterior – Madrid