Ha brotado la vida y no la muerte


Arturo Yáñez CortesYANEZHoy es lunes de Pascua y la humanidad entera celebra(mos) la victoria de la vida sobre la muerte. Jesús resucitado ha vencido a la muerte y nos ha dado, nuevamente, el gozo de la vida eterna. Luego de haber sido injustamente condenado a la pena de muerte por crucifixión, luego de ser torturado y finalmente tumultuosamente linchado por supuestos delitos que no cometió, ha resucitado.Pero… ¿Se ha preguntado si esa condena fue resultado de un debido proceso? Seguramente me dirá que eso del debido proceso es un invento de los abogados muy pero muy posterior a ésa época y… tendrá razón, pues ese instituto jurídico, a mi juicio sino el mayor uno de los más fabulosos monumentos jurídicos que la humanidad se ha dotado, aparece (y no inventado por abogados) en la célebre Carta Magna Inglesa, en junio de 1215 –con la pompa que merece se festejará en Runnymede en unos meses sus ocho siglos–, pero abogado penalista al fin al cabo y seguidor de Jesucristo, siempre tuve la curiosidad de mutatis mutandi, indagar si aquella condena fue producto de esta macrogarantía o madre de todas las garantías, cuyo respeto, en la actualidad, delimita a mi juicio la frontera entre los estados “civilizados” (democráticos, dirían los más) y los que no, caracterizados por tratar a sus ciudadanos como objetos y no seres humanos.El debido proceso implica el respeto de un conjunto de derechos y garantías establecidos a favor del ciudadano por el que se establecen límites al ejercicio del poder que tiene el estado para castigar, aunque contemporáneamente su desarrollo ha sido de tal magnitud, que hoy por hoy se aplica a cualesquier procedimiento en el que se determinen derechos y obligaciones, sin importar su naturaleza (desde una simple multa administrativa, hasta, por supuesto, una sanción penal). Es decir, no sólo abarca lo estrictamente sancionatorio, sino también lo administrativo, civil, laboral, etc., cualquier materia en la que se vayan a determinar derechos y obligaciones, habiendo desde hace ya mucho tiempo atrás, dejado de considerárselo sólo como un instituto propio del derecho penal y limitado al mismo, pues ha crecido hacia todas las materias posibles.Así las cosas, nuestro Señor Jesucristo fue condenado sin el menor atisbo del debido proceso. Jamás, durante su pasión (proceso), se le trató como inocente sino como culpable. No tuvo derecho a la defensa, pues no pudo defenderse por sí mismo y menos a través de algún letrado de la época; tampoco se le dejó producir alguna prueba de descargo y no conozco que se haya producido alguna de cargo en su contra, aunque muchos consideran que Pilatos fue un testigo de cargo, en cuyo caso, no tuvo la posibilidad de contradecirlo mediante algún contrainterrogatorio.Tampoco hubo un juez o tribunal independiente que pueda haber procedido imparcialmente, y hasta tengo fundadas dudas que haya habido alguna acusación en sentido estricto, aunque se dice que lo fue por sedición, acusación respecto de la cual no pudo organizar alguna estrategia defensiva. Menos que su proceso haya sido público, pues las escrituras informan que lo que se celebró, si puede llamarse proceso, fue en la casa de Caifás, a puertas cerradas, aunque luego la sentencia fue ejecutada en público. Tampoco hubo una división de funciones, entre el acusador y el juzgador, que hasta donde entiendo, fueron lo mismo.También tengo mis dudas sobre si realmente se emitió una sentencia, al menos fundamentada como manda el debido proceso en uno de sus elementos fundamentales y, sí se considera como tal aquella determinación luego ejecutada al calor de la turba –¡crucifícalo! vociferaron–, está claro que tampoco tuvo derecho a apelar ese fallo ante ningún otro tribunal diferente del que lo emitió.Lo peor de todo es que fue injustamente condenado a sufrir la peor pena de la época, la crucifixión, que estaba reservada para los peores delitos y delincuentes, la que fue inmediatamente ejecutada. Empero, como finalmente y pese a todo, el bien vence al mal, hoy nuevamente ha brotado la vida y no la muerte. ¡¡Felices Pascuas!!Correo del Sur – Sucre 


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