Fue la crónica de una guerra anunciada: ni bien Soledad Chapetón le ganó las elecciones municipales de El Alto al oficialismo -¡en su bastión!-, el MAS advirtió que buscaría el “revocatorio” de la joven líder opositora.Lo que acabamos de ver no es otra cosa que el primer intento de desgaste/desestabilización contra la Sole, siguiendo el libreto de lo hecho por el partido de gobierno en otras regiones del país, contra gobernadores y alcaldes de oposición que fueron derrocados con diversas maniobras.Ahora, el instrumento utilizado fue la burocracia dirigencial de las juntas vecinales alteñas, copada desde años atrás mediante mecanismos prebendales. Burocracia que en su momento fue de gran utilidad para la insurrección anticonstitucional de octubre de 2003, con la cual el evismo comenzó la toma del poder.Y es que El Alto es un dispositivo fundamental en la geopolítica del MAS, habiendo funcionado durante largo tiempo como espada de Damocles colgante sobre la sede de gobierno, a manera de amenaza ante cualquier intento de zafar a la dominación evista.Por supuesto que como azuzador de las tropas “vecinales” operó el fin del cuoteo de las subalcaldías, una de las tantas herramientas clientelares a las que aludíamos arriba.Lo interesante del caso es que el minigolpe de la Fejuve a las subalcaldías fue frustrado por la reacción popular, que censuró claramente la intentona corporativa y antidemocrática, síntoma inequívoco de que la capacidad de movilización de estas tropas semi-sindicales está declinando…[email protected]