Ética kantiana y fusibles electorales


Arturo Yáñez CortesYANEZAllá por el año 1785 en su obra “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”, el filósofo alemán Immanuel Kant había recomendado al ser humano: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”.Es lo que se conoce como la Ética Kantiana, fundada en la idea que los seres humanos nunca deben consentir ser usados como meros medios –cosas u objetos– para lograr algunos propósitos, sino como fines en sí mismos, lo que implica que sus propios motivos razonados deben ser respetados. Deriva de su afirmación que la razón motiva la moral: exige respetar la razón como un motivo en todos los seres, incluidas otras personas, por lo que un ser racional no puede consentir ser utilizado simplemente como medio –reitero, objeto o cosa- para conseguir algún propósito y nada más…Pues bien, las anteriores reflexiones surgen a propósito del desempeño y reciente debacle del “Tribunal” Electoral. Encuentro fundado sostener más allá de toda duda razonable, que tanto quienes los eligieron y luego quienes aceptaron formar parte de ese “Tribunal” en tales condiciones para luego proceder haciendo escarnio del basamento fundamental de cualquier género de administradores de justicia (en el caso electoral), consistente en su imparcialidad respecto de los intereses en liza, se han comportado –huyendo de aquella enseñanza Kantiana- como simples objetos o cosas para cumplir un fin: como fusibles electorales.Una prueba más de aquel proceder, además del desempeño de sus funciones sirviendo vergonzosamente al partido de quienes les designaron en supino desconocimiento de su elemental función de terceros imparciales, ha sido recientemente, la secuencia de sus renuncias. Ante las múltiples evidencias de los dislates perpetrados y en medio de una champa guerra interna, mostraron obediencia no sólo en su triste desempeño sino hasta en acatar la orden de renunciar, con algún intento de disimulo cronológico y vacío discurso de por medio.El caso es que recurriendo a la Ética Kantiana, no se augura nada bueno a un Estado en el que sus ciudadanos y funcionarios son reducidos a cosas u objetos por el poder político, al extremo que su voluntad y dignidad quedan completamente anuladas, para servir y cumplir la “misión” ordenada, esto es garantizar la reproducción sine die del poder, metiéndole nomás por mucho que sea ilegal.El peor riesgo para el estado y lo poco que le resta de democracia es que ahora, como ingenuamente dijo alguno de los fusibles electorales, luego de su “misión cumplida” y el enorme daño realizado a la democracia, aquellos fusibles completamente chamuscados se replieguen como si nada hubiera sucedido y sobre todo, que los asambleístas que se aprestan a elegir un nuevo Tribunal Electoral, juran esta vez mediante meritocracia y no llunkucracia, le metan nomás y repitan el mismo error, cambiando sólo los actores y eligiendo nuevos fusibles destinados a inmolarse por su jefazo. ¿Se habrá aprendido –por fin– la lección? ¿Será que a la vista del daño evidente, esta vez los asambleístas que efectivamente deciden procederán acorde con la altura de su desafío? ¿Estarán consientes del mismo o sólo levantarán la mano una vez más? ¿O seguirán metiéndole nomás escogiendo una nueva fauna de serviles corderitos para conseguir sus propósitos sectarios? Les aconsejo en todo caso considerar aquello de Hubbard: “Todo hombre es tonto de remate al menos durante cinco minutos al día. La sabiduría consiste en no rebasar el límite”. ¿Lo rebasarán de nuevo?…Correo del Sur – Sucre