
- Joseph Blatter llevaba nada menos que 17 años en el poder, mediante sucesivas reelecciones ganadas de antemano.
- Ausencia de balances y contrapesos. No existían al interior de la FIFA ámbitos independientes de fiscalización y control, como tampoco los hay en las seudo-repúblicas de cuño chavista.
- Prebendalismo electoral. El sistema corrupto de reparto de dinero generaba un voto cautivo, contra el que difícilmente podían competir las candidaturas alternativas.
- Protección e impunidad. La FIFA ocultaba o descartaba los informes referidos a negociados y sobornos, tanto de sus ejecutivos como de las federaciones asociadas.
Agreguemos a estas semejanzas las irregularidades de la mafia futbolística que alcanzan al gobierno del PT en Brasil (gastos sobrevalorados en el Mundial 2014) y al de Cristina Fernández (contratos de transmisión de “Fútbol Para Todos” con coimas sustanciales).Solo faltó que los ejecutivos de la FIFA atribuyeran el escándalo a “una maniobra del imperialismo” operada a través de la fiscalía norteamericana, a la manera del capo Diosdado Cabello.Eso sí, a diferencia de varios presidentes populistas de la región, Blatter tuvo algo de vergüenza y acaba de renunciar. Los autócratas o aspirantes a serlo en América Latina deberían imitarlo…[email protected]