Veinticuatro partidos, que equivalen a 36 horas continuas de fútbol en tiempo reglamentado, han dejado para la Copa América
recuerdos que generaron polémica, como el accidente automovilístico de Arturo Vidal, y hasta rechazo, tras el dedo alevoso de Gonzalo Jara en las nalgas de Edinson Cavani.A falta de dos encuentros para bajar el telón de la edición 44 del torneo,
no solo de fútbol dieron de qué hablar las doce selecciones involucradas en el torneo que comenzó el 11 de junio.Apenas cinco días después del puntapié inicial, y con dos partidos en gran nivel en los que se posicionó con tres goles, el chileno
Vidal destruyó su Ferrari al chocar con otro vehículo cuando conducía ebrio a 160 kilómetros por hora al campamento de la Roja.A pesar del escándalo y los audios que dejaron en evidencia al jugador cuando trataba de persuadir a un agente a hacer vista gorda,
entre el llanto del jugador hubo perdón del seleccionador Jorge Sampaoli y olvido de la mayoría de chilenos, que anhelan celebrar el sábado la conquista del título inédito. Argentina es el escollo.El balón también quedó de lado el 17 de junio con la
expulsión del brasileño Neymar tras el pitido final del partido que la ‘Canarinha’ perdió por 0-1 ante Colombia.Atrás quedaba el invicto de once partidos desde que Dunga volvió al banquillo y entonces comenzaba un calvario para su selección pues
Neymar recibió cuatro jornadas de suspensión por la tarjeta roja tras agredir a dos rivales, primero con un pelotazo a Pablo Armero y después con un cabezazo a Jeison Murillo.Luego se supo que el jugador del Barcelona también
insultó al árbitro, el chileno Enrique Osses, lo que tornó improbable el éxito de una apelación.Siete días después de aquél episodio, el arbitraje también volvió a sonar en el choque de cuartos de final que Chile ganó a Uruguay por 1-0. A los 62 minutos
Cavani vio la roja del brasileño Sandro Ricci cuando daba una palmada en la cara a Jara.El árbitro supo luego por imágenes de televisión que la acción del punta uruguayo fue en realidad una reacción a la provocación del
defensor chileno, que metió un dedo en el trasero su rival.Cavani había llegado afectado a ese partido, e incluso pudo no jugado, debido a que la víspera
su padre fue detenido por atropellar a un motociclista que falleció.Ese 24 de junio, Uruguay, el campeón de la edición pasada de la Copa América, se despedía con ruido, arruinado en lo futbolístico pues además fue
expulsado Jorge Fucile, y sin encontrar una solución para la ausencia del goleador Luis Suárez.Como consecuencia de la denuncia por juego desleal contra Jara entablada por la Asociación Uruguaya de Fútbol, la Conmebol aplicó el 28 de junio al chileno tres partidos de suspensión, aunque
al día siguiente aceptó quitarle una fecha al castigo.Apenas tres días después del adiós triste del campeón de la Copa América del 2011, el 27 de junio
se produjo la rabiosa despedida del máximo goleador de la versión del 2007 en Venezuela, Robinho.Una mano infantil del zaguero Thiago Silva permitió a Paraguay igual 1-1 en tiempo reglamentario. Robinho había puesto adelante a Brasil. Fue su único gol, magro desempeño para un delantero que se fue aclamado ocho años antes con seis tantos.
«Con todo el respeto, Paraguay no es de las mejores selecciones«, dijo tras el partido en Concepción sin ocultar su rabia ni reconocer los méritos del equipo que mandó a Brasil de vuelta a casa.
Paraguayos y brasileños apostaron ese día su supervivencia por la ruleta de los penaltis, como un día antes, el 26, lo hicieron por primera vez en el torneo Argentina y Colombia.
El 29 de junio Perú hipotecó las posibilidades de pelear en igualdad de condiciones con Chile para ir a la final a partir de la expulsión de Carlos Zambrano y un día después Paraguay sintió en su portería el rigor de la expresión popular según la cual el que a ‘hierro mata, a hierro muere’.
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El verdugo de Brasil pagó en Concepción los platos rotos de una Argentina que hasta entonces generaba muchas oportunidades de gol y marcaba pocas. Paraguay fue aplastado 6-1.
Faltan dos partidos para cerrar la Copa tres horas reglamentarias de fútbol, con la posibilidad de la prórroga en la final, y quién sabe cuántos asuntos más habrá para la discusión.