Evo Morales regresó a Bolivia y rápidamente desahució las posibilidades de entablar conversaciones con los cívicos movilizados en Potosí, señalando que “no hay nada que dialogar” con la institucionalidad de ese departamento.Dándole la espalda a la cultura del diálogo predicada por el Papa Francisco en su visita sudamericana, el mandatario cocalero prefirió recurrir al monólogo y al insulto, tratando de descalificar al presidente cívico potosinista, a quien llegó a cambiarle el apellido Llally por Llulla (mentiroso).La otra línea estratégica definida por su gobierno en relación a las protestas es el divisionismo, procurando abrir una quinta columna en Potosí mediante los alcaldes del MAS.Todo apunta a que el régimen apostará al desgaste y quizás también a generar enfrentamientos entre los sectores movilizados y sus aliados regionales, de acuerdo al guión puesto en prácticas en otras zonas del país…[email protected]