Chapaco comenta que aún no tienen un nombre con el cual identificarlos, a pesar que el negocio lleva tres años de antigüedad. Ahora quiere distinguirse con el color rojo y que todo el personal vista mandiles de su empresa.“Voy a mandar a pintar todos los carritos de color rojo y que los vendedores tengan un mandil para que nos diferencien”, dijo el propietario, a tiempo de señalar que necesitan “sobresalir” ante la competencia.
También indicó que el sabor de ‘somó frío’ es tradicional y que es preparado con raciones exactas de maíz y azúcar.“Yo aprendí todo esto por curiosidad y luego supe cómo preparar el somó, según las raciones para toda la ciudad”, aseveró.La fábrica de somó de David se resume en un patio de su vivienda donde destinó espacios para los distintos pasos de la preparación de la chicha.Este negocio cuenta actualmente con 55 personas que trabajan vendiendo el somó, cada uno con su carrito, el cual tiene una capacidad de 40 litros.“Ellos ganan el 90% de las ventas, yo me quedo con el 10%”, alude Chapaco.Para el abastecimiento, ellos preparan 2 mil litros del producto, “pero siempre falta”.La actividad de los somoceros se inicia a las cinco de la mañana y culmina a las 10 de la noche, aunque el horario laboral es opcional, ya que los afiliados son libres de escoger su zona de cobertura y las horas que va a “patrullar” con el carrito.Julia Mamani, por ejemplo, se unió al equipo de los somoceros hace un par de años e indica que su ruta llega hasta el tercer anillo.“En esa zona es donde más gente hay sedienta, por las rotondas y ellos piden desde los autos… Hay que ser muy rápido en las rotondas con los conductores”, explicó Julia, a tiempo de mencionar que sus vacaciones de vender somó son en los meses invernales de junio y julio.David Chapaco también es mecánico e invierte su conocimiento en el mantenimiento de los carros de somó, ya que constantemente se averían sus llantas.La empresa les otorga toda la indumentaria a lo 55 vendedores, esto también incluye los vasos, cucharón y en algunos casos hasta el aceite para las llantas en caso de problemas.Según refiere Chapaco, a los somoceros solo se les pide ser cuidadosos con los utencilios, ya que el carrito llega a costar hasta nueve mil bolivianosCarros FridosaEn la casa también hay motos adaptadas para vender hamburguesas fridosa, el costo de cada una de ellas asciende a 12 mil bolivianos, según confirma el propietario.Aunque el sistema de trabajo es distinto a los de los somoceros, los que venden hamburguesas deben presentar garantías para usar las motos y presentarse aseado todos los días.
Fuente: La Estrella del Oriente