La música, en Spotify. Las películas y series, en Netflix o HBO Now. Jugar online, con Xbox Live o PlayStation Plus, que además ofrecen «gratuitamente» algunos juegos mientras sigamos pagando la cuota mensual. Hasta aquí, todo parece asumido, normal. Ya llevamos un tiempo en el que cierto tipo de contenidos pasaron de ofrecerse como compra a hacerlo como un alquiler vía tarifa. Y últimamente también vemos cómo el modelo se replica en objetos tangibles, físicos, y va más allá.
Elleasingo elrentingde coches, muy habituales en empresas y extremadamente raros de ver en particulares, van encontrando en Internet y las aplicaciones móviles su mejor aliado. Empresas como Bluemove son un ejemplo del nuevo formato de alquiler de coches: sin apenas presencia humana, inmediato, más flexible y con costes bastante inferiores al modelo tradicional. Eso, junto al Uber de turno (not in Spain), las aplicaciones móviles como MyTaxi y Hailo que hacen más cómodo coger un taxi y junto al growth hacking están compitiendo en precios a través de promociones, alternativas como Cabify…
En mi generación, que tenemos el permiso de conducción desde hace unos años, pero no demasiados, lo de pagar los caros plazos de un coche y todos sus costes asociados, en el caso de quienes no necesitan realmente un coche (ciudades más o menos grandes, bien comunicadas y equipadas, quienes no tienen que desplazarse o pueden hacerlo usando transporte público, etc), el coche pasa a ser una necesidad demasiado puntual como para atarse a uno. Otro cantar podría ser el día en que lleguen los hijos.
Más: losnuevos iPhonepodrán alquilarse en Estados Unidos, por a partir de 32 dólares al mes. Apple se asegura una fidelización aún mayor de sus usuarios, el usuario se evita pagar los +700 dólares de golpe y sale relativamente barato ir actualizando cada modelo y tener siempre el más reciente. Samsung ya estudia una opción similar para sus terminales, y me juego veinte euros a que en los próximos años este modelo va a crecer considerablemente.
Apple acaba de estrenar en Estados Unidos su sistema de leasing con los iPhone.
Algunas startups ya han visto este filón, perfecto para la ecuación «época de crisis + millennials + Internet», que lo hacen mucho más fácil. Replican el formato Airbnb pero en su área. Un ejemplo es Lamásmona, pero las hay de todo tipo. Alquilan trajes, ropa de fiesta (¿tenía sentido el dogma de no repetir vestido pese a que costase centenares de euros?), las caras herramientas domésticas que también son muy costosas y en los hogares no se suelen usar más que un par de veces, indumentaria para deportes muy puntuales como esquí, piragüismo, etc.
Casi todo ya presente en el comercio tradicional, pero con un gran impulso desde que hay escasez económica y de empleo, las aplicaciones móviles nos lo ponen en la palma de la mano y ha llegado una de las generaciones menos leales de la historia.
Esto último lo incluyen estudios como el de USNews o PewResearchCenter. Y también lo dijo en cierta forma José M. Cabiedes en la entrevista que le hicimos, a colación de otro fenómeno interesante: el fintech.
Como dijo Cabiedes, es un sector muy apetecible porque la cantidad de dinero que maneja el sector bancario es tan grande que con una diminuta cuota de mercado ya es más que suficiente para ser rentable. Y de ahí, y de la escasa lealtad actual a entidades bancarias, al contrario que hace unos años, han encontrado su éxito startups y nuevas marcas de empresas como Aplázame, Dineo, etc.
Incluso en la vivienda, donde el mayor aporte de lo digital han sido los portales de búsqueda con aplicaciones móviles, el alquiler le ha comido el terreno a la propiedad e incluso en Idealista daban razones para anteponer el alquiler, síntoma de que en esta época y con esta generación, la propiedad en general ha pasado a un segundo plano, y la flexibilidad y el ahorro de costes en muchos aspectos de un producto alquilado temporalmente, bien sea directamente o bien sea vía tarifa plana mensual.